miércoles, 15 de abril de 2015

El origen del Maestro Jesús



“MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO”



Pilatos y Jesús 2
Mi reino, amigo Poncio Pilatos, no es de este mundo…




En mi mundo el sol no se pone…



Con respecto al origen racial del Maestro Jesús existe mucha confusión en los investigadores, habiéndoselo incluso considerado como un híbrido Anunnaki. El tema lo he consultado con los profesores Daniel y Denyse, quienes lo han aclarado definitivamente.
El término anunnaki se presta para generar mucha confusión debido a que hay diferentes conceptos en cuanto a su verdadero significado, por lo que decir directamente que el Maestro Jesús lo era se prestaría para interpretaciones que no serían las correspondientes a lo que realmente representó en la historia del planeta.
Anunnaki es una palabra que forma parte de una cultura en particular y habría que ver de qué otra manera se designó a los dioses, a cómo se llamaron en las antiguas tradiciones, como por ejemplo la China.
Hay que entender que anunnaki es simplemente un nombre y nada más, un nombre dentro de una civilización particular, que si bien ha producido un gran “boom”, el nombre en sí, en realidad, no tiene tanta trascendencia, habiéndoselo utilizado para desarrollar la teoría reptiliana.
Este nombre es un distractor bastante grande porque los verdaderos creadores –si se pueden llamar creadores– no son seres extraterrestres provenientes de algún planeta, y tampoco somos producto de una manipulación genética.




En rigor, el humano que vive en la superficie de la Tierra es un ser que ya habitaba de manera más perfecta, más elevada, con una genética más pura, por decirlo así, en el interior de la Tierra –en la llamada Tierra hueca–, pero que por alguna razón esa pareja de seres que fue desterrada de ese lugar –es el mito de Adán y Eva expulsados del Paraíso–, llegaron a la superficie y de ahí empezó toda la manipulación y todo el engaño con respecto a nuestro origen y la preponderancia de un ser que se hizo pasar por el Dios Creador, y al que conocemos como Jehová (o Yahvé).
No estará de más señalar, por otra parte, que ya existían hombres en los tiempos de los dinosaurios, incluso hay huellas de humanoides que datan de esa época,
Por lo expresado, utilizar la palabra anunnaki para catalogar a un ser, que pensamos que viene del centro de la Tierra, con lo que es en realidad el Maestro Jesús, el concepto se queda como corto. Y no solamente el Maestro Jesús encarnó antes en el centro de la Tierra, sino también otros espíritus avanzados, como por ejemplo Siddartha (Buda).
Esos espíritus elevados, que han tenido su vida en el centro de la Tierra –o “Paraíso perdido”–, anteriores al Maestro Jesús y a Buda, fueron las cabezas espirituales de muchas civilizaciones antiguas, como la celta e incluso la egipcia.
Obviamente, no todos los Maestros han venido del centro de la Tierra, sino también del espacio exterior, de planetas como Venus, Marte y Júpiter.




Las grandes construcciones, que aún se pueden apreciar en la superficie del planeta y que tanta perplejidad provocan incluso en los más calificados científicos de la actualidad, fueron productos de esos precursores, que utilizaron el conocimiento superior que poseían de las leyes universales para manipular la física.
En cuanto al Maestro Jesús, sus conocimientos que traía de su experiencia en el centro de la Tierra eran más espirituales. En este sentido no hay que confundir la tecnología con el conocimiento espiritual que es patrimonio de las altas entidades. El conocimiento que traía el Maestro Jesús, en realidad, era tan elevado que ni siquiera la tecnología era necesaria.
No debe olvidarse, por último, que es un eufemismo decir que el Maestro Jesús vino del interior de la Tierra, porque él, en realidad, vivió allí, desencarnó y luego volvió a encarnar en la superficie. Otros Maestros, por supuesto, pueden haber venido directamente de ese lugar, es decir, sin necesidad de haber encarnado, y muchos otros de algún planeta en una nave espacial.
Otro punto a destacar también es que cuando el Maestro Jesús decía: “MI reino no es de este mundo”, en realidad se refería a su encarnación anterior en la Tierra hueca, el Paraíso perdido que teníamos que recuperar.



NOTA ADICIONAL DE HORACIO VELMONT
La palabra anunnaki significa “vinieron de arriba”, que en concreto denomina a los que descendían del cielo en sus naves, sin hacer referencia al lugar de donde procedían. Esta palabra se puede aplicar originariamente a los Humanos Primordiales que venían desde su lugar de origen, la Tierra hueca (Jardín del Eden o Paraíso) en sus naves espaciales y descendían en la superficie del planeta. Pero es más común que sea aplicado a los “extraterrestres reptiloides” , tal como fue utilizado por Zecharia Sitchin, traductor de las tablillas sumerias.
Convendría, por lo tanto, hablar, para distinguirlos, de falsos anunnaki (los extraterrestes reptiloides de Nibiru) y auténticos anunnaki (Humanos Primordiales originarios de la Tierra hueca).
Jehová o Yahvé era (o mejor dicho es) un auténtico anunnaki, un Humano Primordial, aunque degradado en razón de que fue atacado por el ego. A tal punto fue su demencia que creó (o mejor dicho clonó) a dos seres, macho y hembra, los famosos Adán y Eva, para que lo adoraran.
La inmortalidad de los Humanos Primordiales debe entenderse en sentido relativo, porque llega un momento en que la evolución misma los lleva automáticamente al reino siguiente, el Crístico. Este proceso se denomina Ascensión, el cual también puede lograrse en el humano mortal mediante la purificación de los roles psicológicos negativos, y la práctica de la Yoga y la Magia Sexual.
El hecho de que, como dice la Biblia, Jehová haya creado a Adán y Eva a su imagen y semejanza, es decir como humano, excluye automáticamente que estos primeros humanos hayan sido creados por extraterrestres reptiloides. En todo caso, es posible qu extraterrestres hayan utilizado a la raza humana para sus experimentos genéticos, pero no fueron los creadores originales.
Desde ya que estamos hablando siempre de “clonación” cuando hablamos de creación, porque la palabra crear, en su verdadero sentido, solo hay que atribuirsela a nuestro Dios- Padre, el Logos Planetario.

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