lunes, 18 de mayo de 2015

Desapariciones en el Triángulo de Bennington



HOMICIDIOS, SOLO HOMICIDIOS

por Horacio Velmont



 


 


Cuando hay personas que desaparecen en un determinado lugar y jamás vuelven a aparecer, el hecho se lo cataloga como “desapariciones” y al sitio como “misterioso”. Es precisamente el caso conocido como “El misterio del Triángulo de Bennington”.   Cuando se sabe la verdad, como en este caso, ya no se puede hablar ni de “desapariciones” ni de “misterio”, sino lisa y llanamente de “asesinatos”. Más aún, de “asesinatos impunes”.

Seguidamente voy a transcribir uno de los artículos que encontré en Internet y que trata el tema con profusión de datos y al final la solución del aparente misterio.




EL MISTERIO DEL TRIÁNGULO DE BENNINGTON
http://loincognito.com/2010/07/17/el-misterio-del-triangulo-de-bennington/

Cerca del monte Glastonbury, en Vermont, se encuentra el Triángulo de Bennington, una enigmática zona boscosa donde se pierde el rastro de las personas que un día desaparecieron y de las que nunca más se supo. La mayoria de estas desapariciones se produjeron sin que los cuerpos de seguridad pudieran encontrar una sola pista para averiguar que les había ocurrido. Las víctimas eran personas de diferntes edades y de ambos sexos y todas ellas se esfumaron en un plazo de cinco años que lleva del 1945 a 1950. Todas las desapariciones ocurrieron en el último trimestre del año, entre los meses de octubre, noviembre y diciembre, pero aparte de esto poco más se pudo saber para conocer la naturaleza de estos hechos.

La primera desaparación ocurrida en el Triángulo de Bennington se remonta a 1945,  un hombre llamado Henry MacDovell, evadido de un manicomio en el que estaba recluido por ser el autor de la muerte de otro hombre desapareció sin dejar rastro en ese lugar. Aunque no resulta extraño que un prófugo de la justicia “desaparezca” sin dejar rastro, este suceso es ha menudo citado como las primera de las extrañas desapariciones del Triángulo de Bennin

El 12 de Noviembre de ese año un hombre llamado Middie Rivers que trabajaba como guía de montaña desapareció misteriosamente ante los ojos del grupo de turistas a los que acompañaba de regreso al campamento. Él caminaba delante del grupo de personas por una zona que conocía sobradamente cerca de la carretera de Long Trail y simplemente desapareció, nunca más fue visto ni se encontraron restos o pistas que dieran respuesta a este inquietante suceso a pesar de las batidas que la policía y voluntarios realizaron durante días.

Un año màs tarde, concretamente el día 01 de diciembre de 1946 una estudiante de dieciocho años de edad de nombre Paula Welden se adentró en los bosques de la zona con la intención de hacer senderismo de montaña.  Esto es lo último que se supe de ella. Jamás salió de esos bosques y las pesquisas iniciadas por la policía no dieron tampoco esta vez ningún resultado.

También se reportan rumores de que en el año 1949 tres cazadores desaparecieron en el Triángulo de Bennington durante una jornada de caza, aunque no se ha podido investigar si esto es verdadero o simplemente una habladuría.

Sin embargo si se sabe que el día 1 de diciembre de ese año un hombre llamado James E. Tetford protagonizó lo que parece ser la desaparición más enigmática ocurrida en el Triángulo de Bennington. El señor Tetdford desapareció mientras se encontraba en el interior de un autobús en movimiento. Los demás pasajeros testificaron que lo vieron en el autobús, pero para cuando éste llegó a su última parada en Bennington James Tetford había desaparecido.




El doce de octubre del año siguiente Paul Jepson, un niño de ocho años, desapareció de la vista de su madre mientras ésta se encontraba realizando algunas tareas domésticas. La posterior búsqueda de los cuerpos de seguridad fue muy exhaustiva, empleándose incluso perros para intentar seguir el rastro del niño. Los perros avanzaron a través del bosque hasta una autopista cercana donde perdieron el rastro. Esto hizo pensar a la policía que la desaparición de Paul Jepson fue un secuestro y que el pequeño fue introducido en algún vehículo que circulaba por aquella autopista.




La última extraña desaparición de la que se tiene constancia en el Triángulo de Bennington es la de una mujer llamada Frieda Langer. El 28 de Octubre de 1950 Frieda fue de excursión con su primo. En un momento de la caminata, Frieda tropezó y cayó en un lugar que estaba anegado de agúa. Frieda decidió volver al campamento para cambiarse de ropa y su primo se quedó en aquel lugar esperando que regresara.  Frieda nunca llegó de vuelta al campamento. Se inició entonces un masivo operativo de búsqueda por tierra y aire. Policía, bomberos, militares y voluntarios participaron durante días rastreando toda la zona sin conseguir tampoco resultados aparentes.  Pero siete meses más tarde el cuerpo de Frieda fue encontrado en un descampado que, curiosamente, ya había sido rastreado en los meses anteriores por la policía. Debido a las condiciones en que se encontraba el cuerpo y al tiempo transcurrido los forenses no pudieron determinar  la causa de la muerte.

Existen varias teorías sobre la naturaleza de las desapariciones del Triángulo de Bennington pero todas ellas siguen siendo bastante endebles y no logran explicar por sí mismas todas las desapariciones.

La primera teoría menciona la posibilidad que durante aquel periodo hubiera un asesino en serie por aquella zona. Si bien esto es totalmente posible, la diferencia de sexo y edad entre las víctimas y la ausencia total de pistas o evidencias en todos los casos, parecen echar por tierra esta tesis. No es muy habitual encontrar un asesino que actua tan indiscriminadamente al escoger a sus víctimas.

Otra teoría sostiene que las desapariciones se debían a desgraciados accidentes de montaña. Las fechas en que ocurrieron todas las desapariciones entre las estaciones de otoño e invierno son las propicias para que el suelo del bosque aparezca cubierto de una gruesa capa de hojarasca que oculte pozos o agujeros donde habrían caído inadvertidamente las víctimas.

Sin embargo esto no explica los casos de Frieda Langer y James Tetdford. Además, en las búsquedas que se organizaron tampoco se encontraron pozos o simas que pudieran explicar esta teoría.

Lo cierto es que pasado ese periodo las desapariciones dejaron de tener lugar y actualmente no se conoce ningún otro caso que haya tenido lugar en esa zona. Probablemente no existe un único motivo para explicar las extrañas desapariciones del Triángulo de Bennington y sea más sensato pensar que obedezcan a varias razones: accidentes, extravíos o secuestros…, pero de lo que no cabe duda, es que el misterio que las rodea sigue estando vigente y que la población local sigue considerando la zona que rodea el monte Glastonbury como maldita.
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Hasta aquí llega el artículo, el cual merece algunas objeciones, ya que, como señalé al principio, no ha habido en el lugar simples desapariciones sino lisa y llanamente homicidios. Además, los hechos no han sido tantos como se dice, y muchos de los hechos que se mencionan son directamente falsos, como la desaparición enigmática del pasajero del autobús.

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La razón de que los hechos se tergiversen o se aumente el número de víctimas o se le dé al relato un tono de misterio mayor que el que pueda tener es porque al pasar de boca en boca termina siendo algo muy distinto del original, especialmente porque el relator siempre busca, no siempre conscientemente, impresionar a su auditorio con lo que dice. Y ya sabemos cuando dicho relato lo escriben los periodistas… Nadie lee una noticia anodina.
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No es lo mismo decir que un pasajero del autobús descendió en la parada tal y nunca se lo volvió a ver, que expresar que “desapareció de pronto misteriosamente a la vista de todos”. Y más si el hecho nunca ocurrió. Por dar un ejemplo, claro está.




Según los datos que me brindara el Grupo Ruanel, precisamente su director, Daniel, más allá de los turistas perdidos o accidentados que nunca se vuelven a encontrar -hechos que siempre se producen en las zonas muy boscosas, de montañas escarpadas o de profundos precipicios-, el hecho es que hubo algunos homicidios en el lugar perpetrados por un asesino desconocido que no pudo ser descubierto (esta teoría fue desechada por las autoridades y por eso no se lo buscó).
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Para complicar la solución de las desapariciones, el asesino tenía su madriguera o aguantadero, como se quiera nombrar a su guarida, donde llevaba los cuerpos que asesinaba.
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Los asesinatos fueron cometidos entre 1945 y 1950 y después cesaron definitivamente por la simple razón de que el homicida falleció.

Quizás algún día se encuentre su madriguera y ante la mirada atónita de los investigadores aparecerán los cuerpos, o mejor dicho los restos, de sus víctimas.


Y ésta es toda la historia de “El Misterio del Triángulo de Bennington”.

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