SOLO UN CASO DE
ICTIOSIS
por Horacio Velmont
ESCULTURA DE
FRANCISCO DE LA VEGA CASAR
.
Digamos desde un
principio, y para aventar todo tipo de duda, que la leyenda conocida
como “El hombre pez de Liérganez” no es más que el fruto de
malos entendidos y rumores que van de boca en boca hasta deformar
completamente la verdad.
Vale recordar el
caso de la desaparición “en el aire” del granjero David Lang,
frente a su esposa, hijos y vecinos del lugar, cuya noticia la
difundió como verdad un diario de la época, cuando en realidad todo
había sido un invento literario, cuyo autor ganó el primer premio.
El concurso se llamaba “la historia más mentirosa”.
OSCAR ORTEGA VASALO
Otro caso donde la
imaginación popular llegó a límites insospechables es el conocido
como “El caminante de Boisaca”, que algunos medios ufológicos
atribuyeron a un turista extraterrestre y que al final resultó ser
un adolescente vecino del lugar de donde lo atropelló el tren y que
además tenía problemas psiquiátricos.
Los seres acuáticos,
como tritones, nereidas y sirenas existen, pero se alejan bastante de
la figura humana, y solo la imaginación pudo darles una fisonomía
parecida a la nuestra, pero en el caso del hombre pez de Liérganes
solo se trataba de un muchacho que sufría de ictiosis, y además era
retrasado mental. La imaginación y el rumor hizo el resto.
Incluso se fabuló
que este muchacho fue apresado por extraterrestres anfibios que
experimentaron con él para tratar de transformarlo orgánicamente y
dotarlo de agallas de modo que pudiera vivir en el agua como un pez.
Según se lee en
Wikipedia, la ictiosis es una enfermedad cutánea de origen genético,
que es relativamente común, y provoca que la piel se vuelva seca y
escamosa, como la de un pez (Ichthy viene del griego y significa
pez). Hemos visto algunas imágenes en Internet sobre esta terrible
enfermedad, pero son demasiado chocantes como para exhibirlas fuera
de los tratados médicos, y por eso preferimos omitirlas.
Dentro del capitulo
de las leyendas relativas a seres acuáticos, y aparte de los míticos
tritones, nereidas y sirenas, se inscriben las de los hombres-pez u
hombres marinos. Según la leyenda se trata de seres, en principio
totalmente humanos, pero que un buen día sintieron la llamada de las
aguas y se lanzaron a vivir en el océano. Hay noticias diversas y
muy antiguas sobre estos seres legendarios.
Pero el relato que
presenta mayor número de detalles es, precisamente, el del
hombre-pez de Liérganes, que aparece reseñado por primera vez en el
volumen VI del Teatro Crítico Universal (1726-1740) de fray Benito
Jerónimo Feijoo. La historia, tal y como la cuenta el ilustrado
fraile, es aproximadamente como sigue.
En el lugar de
Liérganes, cercano a la villa de Santander, vivía a mediados del
siglo XVII el matrimonio formado por Francisco de la Vega y María de
Casar, que tenían cuatro hijos. La mujer, al enviudar, mandó al
segundo de ellos, Francisco, a Bilbao, para que aprendiese el oficio
de carpintero. Allí vivía el joven Francisco cuando, la víspera
del día de San Juan del año 1674, se fue a nadar con unos amigos al
río. El joven se desnudó, entró en el agua y se fue nadando río
abajo, hasta perderse de vista. Según parece, el muchacho era un
excelente nadador y sus compañeros no temieron por él hasta pasadas
unas horas. Entonces, al ver que no regresaba, le dieron por ahogado.
Cinco años más
tarde, en 1679, mientras unos pescadores faenaban en la bahía de
Cádiz, se les apareció un ser acuático extraño, con apariencia
humana. Cuando se acercaron a él para ver de qué se trataba,
desapareció. La insólita aparición se repitió por varios días,
hasta que finalmente pudieron atraparlo, cebándolo con pedazos de
pan y cercándolo con las redes. Cuando lo subieron a cubierta
comprobaron con asombro que el extraño ser era un hombre joven,
corpulento, de tez pálida y cabello rojizo y ralo; las únicas
particularidades eran una cinta de escamas que descendía de la
garganta hasta el estómago, otra que cubría todo el espinazo, y
unas uñas gastadas, como corroídas por el salitre.
Los pescadores
llevaron al extraño sujeto al convento de San Francisco donde,
después de conjurar a los espíritus malignos que pudiera contener,
le interrogaron en varios idiomas sin obtener de él respuesta
alguna. Al cabo de unos días, los esfuerzos de los frailes en
hacerlo hablar se vieron recompensados con una palabra: “Liérganes”.
El suceso corrió de boca en boca, y nadie encontraba explicación
alguna al vocablo hasta que un mozo montañés, que trabajaba en
Cádiz, comentó que por sus tierras había un lugar que se llamaba
así. Don Domingo de la Cantolla, secretario del Santo Oficio de la
Inquisición, confirmó la existencia de Liérganes como un lugar
cercano a Santander, perteneciente al arzobispado de Burgos, y del
cual él era oriundo. De inmediato mandó noticia del hallazgo
efectuado en Cádiz a sus parientes, solicitando que informaran de si
allí había ocurrido algún suceso que pudiese tener conexión con
el extraño sujeto que tenían en el convento. De Liérganes
respondieron que allí no había ocurrido nada extraordinario fuera
de la desaparición de Francisco de la Vega, hijo de la viuda María
de Casar, mientras nadaba en el río de Bilbao; pero que esto había
ocurrido cinco años atrás.
Esta respuesta
excitó la curiosidad de Juan Rosendo, fraile del convento, quien,
deseoso de comprobar si el joven sacado de la mar y Francisco de la
Vega eran la misma persona, se encaminó con él hacia Liérganes.
Cuando llegaron al monte que llaman de la Dehesa, a un cuarto de
legua del pueblo, el religioso mandó al joven a que se adelantara
hasta allí. Así lo hizo su silencioso acompañante, que se dirigió
directamente hacia Liérganes, sin errar una sola vez al camino; ya
en el caserío, se encaminó sin dudar hacia la casa de María de
Casar. Ésta, en cuanto le vio, le reconoció como su hijo Francisco,
al igual que dos de sus hermanos que se hallaban en casa.
El joven Francisco
se quedó en casa de su madre, donde vivía tranquilo, sin mostrar el
menor interés por nada ni por nadie. Siempre iba descalzo, y si no
le daban ropa no se vestía y andaba desnudo con absoluta
indiferencia. No hablaba; sólo de vez en cuando pronunciaba las
palabras “tabaco”, “pan” y “vino”, pero sin relación
directa con el deseo de fumar o comer. Cuando comía lo hacia con
avidez, para luego pasarse cuatro o cinco días sin probar bocado.
Era dócil y servicial; si se le mandaba algún recado lo cumplía
con puntualidad, pero jamás mostraba entusiasmo por nada. Por todo
ello se le creía loco hasta que un buen día, al cabo de nueve años,
desapareció de nuevo en el mar sin que se supiera nunca más nada de
él.
.
Hasta ahí el relato
resumido, tal y como lo expone el padre Feijoo. En su obra, el fraile
abunda en detalles y da los nombres de quienes le impulsaron a
reseñar este suceso, ante el cual, en un principio, se mostró
escéptico, y al que sólo dio crédito tras recabar información de
personajes que merecían su confianza, como el marqués de Valbuena,
de Santander, don Gaspar Melchor de la Riba Agüero, caballero de la
orden de Santiago y natural de Gajano, pueblo cercano a Liérganes, y
don Dionisio Rubalcava de Solares, que conoció y trató a Francisco
de la Vega.
Resulta curioso ver
cómo el proverbial rigor critico que demostraba el padre Feijoo ante
supersticiones comunes en aquel tiempo se desvanece ante el caso del
hombre-pez de Liérganes y ante la creencia, en general, en los
hombres marinos. Este típico erudito de la Ilustración esgrime un
sinfín de argumentos para explicar la posibilidad de existencia de
hombres anfibios o marinos. Y al caso de Francisco de la Vega añade
otro más, del que ya habían dado cuenta en sus escritos Joviano
Potano, Alejandro de Alejandro y Pedro Mexía: el caso de “pesce
Cola” o “peje Nicolao”.
Nicolao fue un
siciliano, natural de Catania, que vivió hacia la segunda mitad del
siglo XV. Este hombre, si bien no habitó en el mar durante largos
períodos de tiempo, como nuestro hombre-pez de Liérganes, según
parece era capaz de salvar grandes distancias a nado, por lo que le
empleaban como correo marítimo entre los puertos del continente y
las islas. Aún en días de tormenta, cuando los marineros no se
atrevían a salir a la mar, “pesce Cola” se zambullía en el agua
y llegaba a su destino.
Nicolao era capaz de
permanecer hasta una hora debajo del agua sin salir a respirar, lo
que le permitía vivir con holgura de la pesca de ostras y coral. Se
había dado el caso de que “pesce Cola” siguiese nadando a un
barco hasta alta mar, lo abordase y después de comer en él, se
brindase a llevar noticias de los marinos a sus familiares de tierra.
Los prodigios acuáticos de Nicolao llegaron a su fin cuando el rey
Federico de Nápoles y Sicilia quiso comprobar la certeza de su
leyenda. El monarca, para ver hasta dónde llegaba la intrepidez y
resistencia del siciliano, lo llevó hasta el famoso remolino de
Caribdis, situado en el lugar más angosto del estrecho de Mesina, y
arrojó al agua una copa de oro, diciéndole a Nicolao que si la
recuperaba era suya. “Pesce Cola” se lanzó al agua y permaneció
bajo ella tres cuartos de hora, hasta que finalmente salió con la
copa en la mano. Interrogado por el rey sobre lo que había visto en
tan temido lugar, Nicolao contó tremendas visiones de monstruos
marinos, moradores de profundas cavernas. El rey, entusiasmado por el
relato, quiso saber más detalles y le prometió igual recompensa si
bajaba de nuevo. Nicolao se mostró remiso a cumplir los deseos del
monarca, por lo que éste le estimuló con una bolsa de oro, además
de otra copa que arrojó al agua. “Pesce Cola” consintió y se
sumergió de nuevo para no aparecer más.
CANALIZACIÓN
Interlocutor: El
tema que tengo para consultarlo es con referencia a la leyenda del
hombre pez de Liérganez, es decir, si se trata de un caso real…
Ruanel: Dime a qué
te refieres sobre si se trata de un caso real…
Interlocutor: En
primer lugar, si realmente se trata de alguien con dotes casi
sobrenaturales para el agua y que por eso pasaba mucho tiempo en el
mar, y en segundo lugar, si, como se sugirió en algunos medios
ufológicos, fue capturado por extraterrestres que experimentaron con
él.
Ruanel: Ninguna de
esas dos hipótesis es cierta, lo concreto es que se trató de un
joven que tenía una enfermedad que ustedes llaman “ictiosis” y
que le da cierta apariencia de un pez a causa de que en la piel se le
forman como escamas. Por otra parte, se trataba de una persona
retrasada mentalmente. La gente inventa mucho y luego esos inventos
se van transmitiendo y al final quedan como verdades.
Interlocutor: Está
claro… ¿Hay algo real en las leyendas de los hombres-pez?
Ruanel: Existen
seres acuáticos, pero son animalescos y no tienen nada que ver con
los humanos, y tampoco existen personas que puedan estar tanto tiempo
debajo del agua sin respirar, a lo sumo unos cuantos minutos…
Interlocutor:
¿Concretamente, entonces, no existen tampoco seres mitad pez y mitad
humanos?
Ruanel: Así es…
Interlocutor: He
buscado en Internet sobre el record de permanencia en el agua sin
respirar y encontré que se aproxima a los 20 minutos. La hazaña la
hizo un suizo llamado Peter Colat… Presumo que todas esas personas
a las que se les atribuye ser “hombres-pez”, en realidad tienen
habilidad para permanecer mucho tiempo debajo el agua sin respirar, y
eso hace que se exagere y se hable de que podían permanecer sin
respirar una hora o más… ¿Es así?
Ruanel: Correcto…
Si tú vieras que alguien se tira al agua y tarda en salir 10 ó 15
minutos, es obvio que cuando sale te haya parecido que estuvo sin
respirar una eternidad, cuando tú apenas aguantas un minuto cuanto
más…
Interlocutor: Hemos
visto muchas veces en programas televisivos cómo algunos magos o
ilusionistas permanecen muchísimo más tiempo debajo del agua sin
respirar que el mayor recórd mencionado… La pregunta es cómo lo
hacen, dando por cierto que se trata de un truco…
Ruanel: Tienen
ocultos a la vista del público tanques de oxígeno, e incluso en
algunos casos salen del cubículo y esperan afuera respirando
tranquilamente y sonriendo al ver como el público sufre creyendo que
siguen adentro aguantando la respiración. Harry Houdini hacía ese
truco y lo llamaba “Cámara de tortura China”.
Interlocutor: Bueno,
creo que este caso está aclarado… ¿Habría algo más para
agregar?
Ruanel: No, salvo
que hay que ser siempre muy prudentes con lo que parecen ser noticias
serias, porque después pueden ser desmentidas por los hechos…
Interlocutor: ¿Usted
se refiere a los casos de David Lang y El Caminante de Boisaca?
Ruanel: Sí, entre
otros casos… Agreguen el de Jack el Destripador, Jack el Saltarín,
Amelia Earhart, y también muchos otros…
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LECTURAS
COMPLEMENTARIAS
El hombre pez de
Liérganez
http://www.mundoparanormal.com/docs/criptozoologia/hombre_pez.html
Los hombres pez
http://www.sargodeatargatis.es/los-hombres-pez.html
Récords Guiness:
Mayor tiempo sin respirar debajo del agua
http://resnickscity.wordpress.com/2010/08/19/record-guiness-mayor-tiempo-sin-respirar-debajo-del-agua/
Harry Houdini, la
vida del escapista, mago y azote de espiritistas
http://www.microsiervos.com/archivo/mundoreal/biografia-harry-houdini.html
.
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