lunes, 11 de mayo de 2015

El Hombre-Pez de Liérganes

SOLO UN CASO DE ICTIOSIS

por Horacio Velmont



ESCULTURA DE FRANCISCO DE LA VEGA CASAR
.
Digamos desde un principio, y para aventar todo tipo de duda, que la leyenda conocida como “El hombre pez de Liérganez” no es más que el fruto de malos entendidos y rumores que van de boca en boca hasta deformar completamente la verdad.


Vale recordar el caso de la desaparición “en el aire” del granjero David Lang, frente a su esposa, hijos y vecinos del lugar, cuya noticia la difundió como verdad un diario de la época, cuando en realidad todo había sido un invento literario, cuyo autor ganó el primer premio. El concurso se llamaba “la historia más mentirosa”.
OSCAR ORTEGA VASALO

Otro caso donde la imaginación popular llegó a límites insospechables es el conocido como “El caminante de Boisaca”, que algunos medios ufológicos atribuyeron a un turista extraterrestre y que al final resultó ser un adolescente vecino del lugar de donde lo atropelló el tren y que además tenía problemas psiquiátricos.



Los seres acuáticos, como tritones, nereidas y sirenas existen, pero se alejan bastante de la figura humana, y solo la imaginación pudo darles una fisonomía parecida a la nuestra, pero en el caso del hombre pez de Liérganes solo se trataba de un muchacho que sufría de ictiosis, y además era retrasado mental. La imaginación y el rumor hizo el resto.

Incluso se fabuló que este muchacho fue apresado por extraterrestres anfibios que experimentaron con él para tratar de transformarlo orgánicamente y dotarlo de agallas de modo que pudiera vivir en el agua como un pez.
Según se lee en Wikipedia, la ictiosis es una enfermedad cutánea de origen genético, que es relativamente común, y provoca que la piel se vuelva seca y escamosa, como la de un pez (Ichthy viene del griego y significa pez). Hemos visto algunas imágenes en Internet sobre esta terrible enfermedad, pero son demasiado chocantes como para exhibirlas fuera de los tratados médicos, y por eso preferimos omitirlas.

Dentro del capitulo de las leyendas relativas a seres acuáticos, y aparte de los míticos tritones, nereidas y sirenas, se inscriben las de los hombres-pez u hombres marinos. Según la leyenda se trata de seres, en principio totalmente humanos, pero que un buen día sintieron la llamada de las aguas y se lanzaron a vivir en el océano. Hay noticias diversas y muy antiguas sobre estos seres legendarios.

Pero el relato que presenta mayor número de detalles es, precisamente, el del hombre-pez de Liérganes, que aparece reseñado por primera vez en el volumen VI del Teatro Crítico Universal (1726-1740) de fray Benito Jerónimo Feijoo. La historia, tal y como la cuenta el ilustrado fraile, es aproximadamente como sigue.

En el lugar de Liérganes, cercano a la villa de Santander, vivía a mediados del siglo XVII el matrimonio formado por Francisco de la Vega y María de Casar, que tenían cuatro hijos. La mujer, al enviudar, mandó al segundo de ellos, Francisco, a Bilbao, para que aprendiese el oficio de carpintero. Allí vivía el joven Francisco cuando, la víspera del día de San Juan del año 1674, se fue a nadar con unos amigos al río. El joven se desnudó, entró en el agua y se fue nadando río abajo, hasta perderse de vista. Según parece, el muchacho era un excelente nadador y sus compañeros no temieron por él hasta pasadas unas horas. Entonces, al ver que no regresaba, le dieron por ahogado.
Cinco años más tarde, en 1679, mientras unos pescadores faenaban en la bahía de Cádiz, se les apareció un ser acuático extraño, con apariencia humana. Cuando se acercaron a él para ver de qué se trataba, desapareció. La insólita aparición se repitió por varios días, hasta que finalmente pudieron atraparlo, cebándolo con pedazos de pan y cercándolo con las redes. Cuando lo subieron a cubierta comprobaron con asombro que el extraño ser era un hombre joven, corpulento, de tez pálida y cabello rojizo y ralo; las únicas particularidades eran una cinta de escamas que descendía de la garganta hasta el estómago, otra que cubría todo el espinazo, y unas uñas gastadas, como corroídas por el salitre.
Los pescadores llevaron al extraño sujeto al convento de San Francisco donde, después de conjurar a los espíritus malignos que pudiera contener, le interrogaron en varios idiomas sin obtener de él respuesta alguna. Al cabo de unos días, los esfuerzos de los frailes en hacerlo hablar se vieron recompensados con una palabra: “Liérganes”. El suceso corrió de boca en boca, y nadie encontraba explicación alguna al vocablo hasta que un mozo montañés, que trabajaba en Cádiz, comentó que por sus tierras había un lugar que se llamaba así. Don Domingo de la Cantolla, secretario del Santo Oficio de la Inquisición, confirmó la existencia de Liérganes como un lugar cercano a Santander, perteneciente al arzobispado de Burgos, y del cual él era oriundo. De inmediato mandó noticia del hallazgo efectuado en Cádiz a sus parientes, solicitando que informaran de si allí había ocurrido algún suceso que pudiese tener conexión con el extraño sujeto que tenían en el convento. De Liérganes respondieron que allí no había ocurrido nada extraordinario fuera de la desaparición de Francisco de la Vega, hijo de la viuda María de Casar, mientras nadaba en el río de Bilbao; pero que esto había ocurrido cinco años atrás.
Esta respuesta excitó la curiosidad de Juan Rosendo, fraile del convento, quien, deseoso de comprobar si el joven sacado de la mar y Francisco de la Vega eran la misma persona, se encaminó con él hacia Liérganes. Cuando llegaron al monte que llaman de la Dehesa, a un cuarto de legua del pueblo, el religioso mandó al joven a que se adelantara hasta allí. Así lo hizo su silencioso acompañante, que se dirigió directamente hacia Liérganes, sin errar una sola vez al camino; ya en el caserío, se encaminó sin dudar hacia la casa de María de Casar. Ésta, en cuanto le vio, le reconoció como su hijo Francisco, al igual que dos de sus hermanos que se hallaban en casa.
El joven Francisco se quedó en casa de su madre, donde vivía tranquilo, sin mostrar el menor interés por nada ni por nadie. Siempre iba descalzo, y si no le daban ropa no se vestía y andaba desnudo con absoluta indiferencia. No hablaba; sólo de vez en cuando pronunciaba las palabras “tabaco”, “pan” y “vino”, pero sin relación directa con el deseo de fumar o comer. Cuando comía lo hacia con avidez, para luego pasarse cuatro o cinco días sin probar bocado. Era dócil y servicial; si se le mandaba algún recado lo cumplía con puntualidad, pero jamás mostraba entusiasmo por nada. Por todo ello se le creía loco hasta que un buen día, al cabo de nueve años, desapareció de nuevo en el mar sin que se supiera nunca más nada de él.
.
Hasta ahí el relato resumido, tal y como lo expone el padre Feijoo. En su obra, el fraile abunda en detalles y da los nombres de quienes le impulsaron a reseñar este suceso, ante el cual, en un principio, se mostró escéptico, y al que sólo dio crédito tras recabar información de personajes que merecían su confianza, como el marqués de Valbuena, de Santander, don Gaspar Melchor de la Riba Agüero, caballero de la orden de Santiago y natural de Gajano, pueblo cercano a Liérganes, y don Dionisio Rubalcava de Solares, que conoció y trató a Francisco de la Vega.
Resulta curioso ver cómo el proverbial rigor critico que demostraba el padre Feijoo ante supersticiones comunes en aquel tiempo se desvanece ante el caso del hombre-pez de Liérganes y ante la creencia, en general, en los hombres marinos. Este típico erudito de la Ilustración esgrime un sinfín de argumentos para explicar la posibilidad de existencia de hombres anfibios o marinos. Y al caso de Francisco de la Vega añade otro más, del que ya habían dado cuenta en sus escritos Joviano Potano, Alejandro de Alejandro y Pedro Mexía: el caso de “pesce Cola” o “peje Nicolao”.
Nicolao fue un siciliano, natural de Catania, que vivió hacia la segunda mitad del siglo XV. Este hombre, si bien no habitó en el mar durante largos períodos de tiempo, como nuestro hombre-pez de Liérganes, según parece era capaz de salvar grandes distancias a nado, por lo que le empleaban como correo marítimo entre los puertos del continente y las islas. Aún en días de tormenta, cuando los marineros no se atrevían a salir a la mar, “pesce Cola” se zambullía en el agua y llegaba a su destino.
Nicolao era capaz de permanecer hasta una hora debajo del agua sin salir a respirar, lo que le permitía vivir con holgura de la pesca de ostras y coral. Se había dado el caso de que “pesce Cola” siguiese nadando a un barco hasta alta mar, lo abordase y después de comer en él, se brindase a llevar noticias de los marinos a sus familiares de tierra. Los prodigios acuáticos de Nicolao llegaron a su fin cuando el rey Federico de Nápoles y Sicilia quiso comprobar la certeza de su leyenda. El monarca, para ver hasta dónde llegaba la intrepidez y resistencia del siciliano, lo llevó hasta el famoso remolino de Caribdis, situado en el lugar más angosto del estrecho de Mesina, y arrojó al agua una copa de oro, diciéndole a Nicolao que si la recuperaba era suya. “Pesce Cola” se lanzó al agua y permaneció bajo ella tres cuartos de hora, hasta que finalmente salió con la copa en la mano. Interrogado por el rey sobre lo que había visto en tan temido lugar, Nicolao contó tremendas visiones de monstruos marinos, moradores de profundas cavernas. El rey, entusiasmado por el relato, quiso saber más detalles y le prometió igual recompensa si bajaba de nuevo. Nicolao se mostró remiso a cumplir los deseos del monarca, por lo que éste le estimuló con una bolsa de oro, además de otra copa que arrojó al agua. “Pesce Cola” consintió y se sumergió de nuevo para no aparecer más.

CANALIZACIÓN

Interlocutor: El tema que tengo para consultarlo es con referencia a la leyenda del hombre pez de Liérganez, es decir, si se trata de un caso real…
Ruanel: Dime a qué te refieres sobre si se trata de un caso real…
Interlocutor: En primer lugar, si realmente se trata de alguien con dotes casi sobrenaturales para el agua y que por eso pasaba mucho tiempo en el mar, y en segundo lugar, si, como se sugirió en algunos medios ufológicos, fue capturado por extraterrestres que experimentaron con él.
Ruanel: Ninguna de esas dos hipótesis es cierta, lo concreto es que se trató de un joven que tenía una enfermedad que ustedes llaman “ictiosis” y que le da cierta apariencia de un pez a causa de que en la piel se le forman como escamas. Por otra parte, se trataba de una persona retrasada mentalmente. La gente inventa mucho y luego esos inventos se van transmitiendo y al final quedan como verdades.
Interlocutor: Está claro… ¿Hay algo real en las leyendas de los hombres-pez?
Ruanel: Existen seres acuáticos, pero son animalescos y no tienen nada que ver con los humanos, y tampoco existen personas que puedan estar tanto tiempo debajo del agua sin respirar, a lo sumo unos cuantos minutos…
Interlocutor: ¿Concretamente, entonces, no existen tampoco seres mitad pez y mitad humanos?
Ruanel: Así es…
Interlocutor: He buscado en Internet sobre el record de permanencia en el agua sin respirar y encontré que se aproxima a los 20 minutos. La hazaña la hizo un suizo llamado Peter Colat… Presumo que todas esas personas a las que se les atribuye ser “hombres-pez”, en realidad tienen habilidad para permanecer mucho tiempo debajo el agua sin respirar, y eso hace que se exagere y se hable de que podían permanecer sin respirar una hora o más… ¿Es así?
Ruanel: Correcto… Si tú vieras que alguien se tira al agua y tarda en salir 10 ó 15 minutos, es obvio que cuando sale te haya parecido que estuvo sin respirar una eternidad, cuando tú apenas aguantas un minuto cuanto más…
Interlocutor: Hemos visto muchas veces en programas televisivos cómo algunos magos o ilusionistas permanecen muchísimo más tiempo debajo del agua sin respirar que el mayor recórd mencionado… La pregunta es cómo lo hacen, dando por cierto que se trata de un truco…
Ruanel: Tienen ocultos a la vista del público tanques de oxígeno, e incluso en algunos casos salen del cubículo y esperan afuera respirando tranquilamente y sonriendo al ver como el público sufre creyendo que siguen adentro aguantando la respiración. Harry Houdini hacía ese truco y lo llamaba “Cámara de tortura China”.
Interlocutor: Bueno, creo que este caso está aclarado… ¿Habría algo más para agregar?
Ruanel: No, salvo que hay que ser siempre muy prudentes con lo que parecen ser noticias serias, porque después pueden ser desmentidas por los hechos…
Interlocutor: ¿Usted se refiere a los casos de David Lang y El Caminante de Boisaca?
Ruanel: Sí, entre otros casos… Agreguen el de Jack el Destripador, Jack el Saltarín, Amelia Earhart, y también muchos otros…
.
LECTURAS COMPLEMENTARIAS
El hombre pez de Liérganez
http://www.mundoparanormal.com/docs/criptozoologia/hombre_pez.html
Los hombres pez
http://www.sargodeatargatis.es/los-hombres-pez.html
Récords Guiness: Mayor tiempo sin respirar debajo del agua
http://resnickscity.wordpress.com/2010/08/19/record-guiness-mayor-tiempo-sin-respirar-debajo-del-agua/
Harry Houdini, la vida del escapista, mago y azote de espiritistas
http://www.microsiervos.com/archivo/mundoreal/biografia-harry-houdini.html

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.