viernes, 14 de agosto de 2015

El nuevo Código Civil argentino y el castigo del niño



LA VERDAD SOBRE EL CASTIGO FÍSICO O PSÍQUICO

por Horacio Velmont


El nuevo Código Civil argentino -ahora “Código Civil y Comercial”- dispone expresamente, en su art. 647: “Se prohíbe el castigo corporal en cualquiera de sus formas, los malos tratos y cualquier hecho que lesione o menoscabe física o psíquicamente a los niños o adolescentes”.




Más allá de la ingenuidad de la prohibición, que sabemos que no dará ningún resultado porque todo seguirá igual -¿o alguien piensa que porque algo se prohíba un hecho éste no se cometerá?- lo importante es dilucidar, más allá del artículado del Código, por qué razón el castigo físico o psíquico es nocivo para la persona humana, sin dejar de lado, por supuesto, a nuestros semejantes, los animales.

También uno no puede menos de preguntarse, en vista de la limitación de los malos tratos solo a los niños y adolescentes, si están permitidos a los que no son tales. En realidad, los castigos físicos o psíquicos son nocivos para todos, y hay razones científicas que lo demuestran irrefutablemente.




El drama, y esto es lo más lamentable, es que existe ignorancia supina en la ciencia oficial sobre lo que los castigos producen, que no son en absoluto los que cree la Psiquiatría, una seudociencia cuya permanencia demuestra hasta qué punto la humanidad está atrasada en cuestiones de la mente y las aberraciones mentales.

Lo que ignora la ciencia oficial es que cualquier maltrato, por ínfimo que sea, reduce la conciencia y graba en la mente de la víctima el suceso tal como lo haría una orden hipnótica en la que estuviera de por medio el dolor. ¿Se entiende?


Para que se comprenda mejor lo que decimos, imaginemos un niño que se equivoca al dibujar, digamos un árbol, y pinta la copa de rojo y el padre, enojado, lo maltrata, física o psíquicamente diciéndole: “Nunca prestas atención, siempre confundes el rojo con el verde”, con lo cual le provoca el trastorno conocido como “daltonismo”.




La mente del niño, al reducírsele la conciencia por el maltrato, registra esas palabras tal como lo haría si se lo hipnotizara y al mismo tiempo se le aplicara dolor, porque el dolor potencia las órdenes hipnóticas. Técnicamente esto se denomina “engrama” y el lugar donde se archiva, “mente reactiva”. Desde ya, y cabe reiterarlo, lo mismo ocurre en todas las personas e incluso los animales.


Siguiendo el mismo ejemplo, el resultado sería lo mismo si el padre, mientras lo maltrata, le dice: “Siempre confundes las letras” (dislexia).



Todas los trastornos mentales provienen de la reducción de la conciencia y de la consiguiente grabación de engramas-órdenes hipnóticas. Esto significa que la eliminación de los engramas también elimina los trastornos mentales.


De estas someras explicaciones surge claramente por qué razón el maltrato, más que prohibirlo lo que hay que hacer es difundir sus consecuencias, de modo que cada padre o maestro o quien esté a cargo de los niños no necesite de ninguna prohibición porque conocerá perfectamente el daño siempre que produce. Recalcamos siempre.




Parecería que con lo expresado está dicho todo, pero hay algo más: quien maltrata, no importa si es a un niño o adolescente o persona adulta, recibe de rebote también un engrama, porque los actos hostiles no solo dañan a la víctima sino también al propio victimario: “La siembra es libre, la cosecha obligatoria” y “Quién siembra vientos recoge tempestades”… ¿Más claro? “Quien tira barro termina también salpicado”.

Desde ya que el tema no se agota con solo lo expuesto, porque la cuestión de los engramas y la mente reactiva abarcan a todos los actos de la humanidad y su comprensión total requiere de muchos años de estudio.

No obstante, puede profundizarse bastante en el tema leyendo los links que indicamos al pie.

NOTA ADICIONAL DE HORACIO VELMONT



En Cienciología se utiliza un aparato denominado Electropsicómetro (abreviado “E-Metro”), mediante el cual es posible apreciar la carga reactiva que se almacena en nuestra mente por los actos hostiles que cometemos, no solo contra nuestros semejantes sino contra nosotros mismos. Recuerdo que mi primera experiencia con el E-Metro fue muy sorprendente porque cuando el “auditor”, después que tomé con mis manos las latitas, me preguntó si alguna vez en la escuela me había copiado, la aguja del cuadrante marcó carga. Esto me dejó pasmado, porque si una “inocente” copiada en edad escolar ya tiene carga, es de imaginarse la acumulación de actos hostiles que se produce en el transcurso de una vida. ¡Y después nos quejamos cuando sufrimos por alguna razón! ¿Acaso no estamos recogiendo lo que sembramos? “La siembra es libre, la cosecha obligatoria”. No será la Ley del Talión, pero se le parece mucho…
Como Cienciología está mal comprendida a causa de los ataques de la Psiquiatría, que está viendo que (gracias a que fue puesta al descubierto por su fundador, L. Ronald Hubbard) su reinado se acaba (en muchos países está prohibida) sugerimos este link esclarecedor:

LECTURAS COMPLEMENTARIAS

La ciencia de la mente ilustrada

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