lunes, 17 de agosto de 2015

Justicia por mano propia, ¿sí o no?

CIVILIZACIÓN O LEY DE LA SELVA





Basta recorrer un poco la Red para darse cuenta de que se ha hecho una costumbre el que los vecinos se tomen la justicia por mano propia cuando descubren “in fraganti” a algún ladrón, obviamente cansados de tantos robos sin que las autoridades hagan nada al respecto.

Algunos justificarán la reacción de los vecinos diciendo que el ladrón se lo merecía; otros, en el polo opuesto, rechazarán lisa y llanamente tal conducta, y estarán, por supuesto, aquellos que dudan sobre cuál es la actitud correcta frente a un ladrón al que lo descubren robando.


¿Cuál es la respuesta correcta a estas alternativas? Desde todo punto de vista la justicia por mano propia debe ser rechazada rotundamente, si pretendemos vivir en una sociedad civilizada, por más que uno pueda mirar con simpatía a los vecinos que le dan una feroz paliza a ese delincuente que trató de robarle su cartera a una mujer embarazada o a una anciana que acaba de cobrar su jubilación.




Lo correcto, entonces, es que se detenga al delincuente, si se puede hacer, y se lo entregue a las autoridades para ser juzgado. Lo incorrecto es detenerlo y de paso darle una paliza que en muchos casos termina en muerte.


El principal problema que surge de la justicia por mano propia es que se la aplica desde la emoción violenta, que por definición es irracional, es decir, sin que sus ejecutores evalúen serenamente la situación y sin que conozcan debidamente los antecedentes del caso.


Sobre esto Jesús nos advirtió: “No juzguéis para no ser juzgados, porque con la misma vara que midiereis seréis medidos”. El Maestro, obviamente, se refería a que no se debe condenar sin previamente saber. Y quienes reaccionan violentamente ante un hecho delictivo, apaleando al delincuente hasta matarlo, caen dentro de esta admonición.



http://lasillarota.com/linchan-a-un-inocente-al-confundirlo#.VdHQ4_McHIV

INOCENTE LINCHADO

Supongamos un caso extremo, no tan infrecuente, de que alguien sea confundido con un ladrón, y que los vecinos, en un arranque de furia lo reduzcan y le den una paliza mortal. ¿Qué sucederá con esos vecinos una vez que sepan que se han equivocado? ¿Acaso simplemente nada les sucederá porque actuaron “de buena fe”? La respuesta es simple: “La siembra es libre, la cosecha obligatoria” y “Quien siembra viento recoge tempestades”. Por otra parte, ¿se acuerdan del refrán “El camino del Infierno está empedrado de buenas intenciones?

Una vez que el delincuente se encuentre reducido e indefenso, toda vejación posterior es reprochable, porque en una sociedad civilizada la Justicia es la que debe condenarlo, si se lo merece. No es justificación, obviamente, la excusa de que la Justicia es venal y que los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra, como siempre se dice.

Por supuesto que quienes cometen ese exceso deben ser juzgados como homicidas si la paliza conduce a la muerte del delincuente. Si actuaron bajo emoción violenta y por eso son inimputables, es harina de otro costal. Y si no se los puede condenar porque actuaron en grupo y es imposible identificar al que lo mató, esto también es harina de otro costal.

Más allá de todo lo expuesto, si la paliza no mata al delincuente, en lugar de reformarlo lo transformará en alguien peor. Pero esto no es tema de esta nota. En otras palabras, el linchamiento no beneficia a ninguna de las partes, sean delincuentes o justicieros.

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