LOS SERES DE LA
TIERRA INTERMEDIA
por Horacio Velmont
Antes de entrar de
lleno en la historia del Hombre Polilla cabe aclarar que se trata de
un ser real y no de una leyenda. Veamos, entonces, una de las tantas
notas que se hicieron de este extraño ser.
¿Leyenda urbana o
figura criptozoológica con múltiples testigos?
http://misterios.co/2011/03/18/el-misterio-del-mothman-el-hombre-polilla/
Uno de los misterios
recientes más enigmáticos y difundidos es el de las apariciones
del Mothman, o el Hombre polilla, un extraño ser cuya aparición
mucha gente cree que suele ser premonitoria de alguna catástrofe o
de avistamientos Ovni. Conozcamos un poco más al Mothman.
Las primeras
noticias de avistamiento de esta extraña criatura, datan de 1960 y
tienen su origen en Cornstalk, Virginia, estados Unidos, donde un
padre y su hija viajaban tranquilamente en coche, cuando se toparon
con una extraña figura alada, pero de forma humana, de más de 2
metros, de grandes e hipnóticos ojos rojos y cubierta de pelo gris
oscuro. Esa visión solo duró unos segundos, pero marcaría sus
vidas.
Sus siguientes
apariciones fueron en noviembre de 1966, y cuando los testigos
repitieron la descripción calcada de la criatura avistada 5 años
atrás, la leyenda comenzó a extenderse por la zona como la pólvora.
El 1 de noviembre un
vecino de la ciudad de Charleston que se identificó como Richard
West comunicó a la policía que un ser alado con aspecto humanoide,
de unos dos metros de altura y unos tres de envergadura en sus alas,
permanecía en lo alto de una vivienda cercana, para ascender
verticalmente “como un helicóptero”. Destacaban sus brillantes
ojos rojos.
El 12 de noviembre
de 1966 cerca de Clendenin, en Virginia. Cinco hombres se
encontraban en el cementerio local, preparando la fosa para un
entierro, cuando algo que parecía un ser humano, despegó de algunos
árboles cercanos y voló sobre sus cabezas. Los hombres estaban
confundidos pues no parecía ser un pájaro, sino más bien un hombre
con alas.
La noche del 14 de
noviembre, dos parejas formadas por Roger y Linda Scarberry, y por
Steve y Mary Mallette, que paseaban en coche en Point Pleasant
(Virginia Occidental), junto a unos depósitos militares, conocidos
como TNT, observaron una criatura de unos 2 m de altura, con dos
alas plegadas a la espalda y que les miraba con dos brillantes ojos
de color rojizo.
Aceleraron, pero a
pesar de alcanzar los 160 km/h la criatura les seguía muy de cerca y
sin aparente esfuerzo, a unos metros del coche y sin agitar sus
enormes alas de más de 3 metros de envergadura. Sólo un fino
chirrido, similar al emitido “por un ratón grande”, acompañaba
a aquel extraño ser alado hasta que desapareció.
El sheriff, al
escuchar excitados testigos, se desplazó de inmediato a la zona,
que albergaba una fábrica de explosivos así como numerosos
depósitos de almacenamiento muchos de ellos subterráneos, pero no
encontró nada, tan solo una leve interferencia en su radio. “Fueron
aquellos dos grandes ojos rojos, como faros de automóvil, lo que nos
sobrecogió”, declararían poco después los testigos.
A las 10 y media de
la noche de esa misma noche, Newell Partridge, un contratista local
que vivía en Salem a unos 90 kilómetros de Point Pleasant, estaba
viendo la televisión cuando la pantalla se oscureció de repente. Su
perro llamado “Bandido”, comenzó a aullar en el porche delantero
por lo que Newell salió a ver lo que estaba pasando.
Cuando salió al
porche, Newell vio a Bandido ladrando hacia el granero que estaba a
pocos metros de la casa. Newell apuntó con la linterna hacia esa
dirección y vio dos círculos de color rojo que comparó con los
reflectores de una bicicleta. El perro salió entonces disparado
hacía aquellos ojos rojos, mientras Newell regresaba a casa en busca
de su escopeta. Presa de un temor absoluto, decidió no volver a
salir y durmió aquella noche con el arma sobre la cama.
El día 16, también
en las inmediaciones del antiguo depósito militar, otro supuesto
testigo aseguró haber visto al monstruo: “Lo vi entre las sombras,
era como si se hubiese estado arrastrando en el piso y lentamente fue
poniéndose de pie, de color gris y mucho más alto que un hombre,
con dos terribles ojos rojos”.
Al día siguiente el
sheriff George Jonhson convocó una rueda de prensa en la que varios
testigos contaron lo que habían visto a la prensa. Fue bautizado
inmediatamente como Mothman u hombre polilla.
La histeria se
desató. Decenas de personas confesaron haber sido testigos del
Mothman, y la periodista Mary Hyre comenzó a publicar artículos
sobre este extraño personaje en el periódico “The messenger”, y
comenzó a investigar, hasta que recibió la visita de dos extraños
hombres de negro (otro día hablaremos sobre ellos), que le
aconsejaban dejar de publicar artículos sobre el tema. Mary,
aseguraba que casi cada noche se desvelaba, víctima de un sueño que
se repetía cada madrugada. Veía como el puente de Silver Bridge,
que se sitúa a la entrada de Point Pleasant, se derrumbaba, una
premonición que no andaba muy lejos de la realidad, como veremos más
adelante.
La siguiente que se
llevó el susto de ver a al extraño ser alado, fue Marcella Bennett,
que observó con nitidez como una figura humanoide gris se levantaba
del suelo, detrás del vehículo. “Parecía como si hubiera estado
tumbado en el suelo. Se levantó lentamente. Era un ser grande y
gris, mayor que un hombre, con unos ojos rojos resplandecientes,
terribles”. La impresión que le causó aquel ser fue tan grande y
el efecto hipnótico de sus ojos ubicados en el torso tan penetrante,
que la testigo cayó aturdida al suelo junto con su pequeña,
entrando en la casa de la mano de uno de sus acompañantes.
Atrincherados en la vivienda sintieron como la criatura merodeó por
fuera durante unos minutos, e incluso la vieron mirar a través de
las ventanas al interior de la casa.
El 25 de noviembre,
en un campo de cultivos a las 7,15 de la mañana un testigo declaró
que cuando se dirigía a su trabajo, una figura humana de color
grisáceo, se elevó verticalmente desde el suelo y se abalanzó
contra su coche. Aceleró, pero el Mothman lo estuvo siguiendo, dando
vueltas sobre el vehículo como si estuviera jugando, durante varios
kilómetros.
Al día siguiente,
Ruth Foster observó la criatura fuera de su casa, en su jardín,y el
27, la joven Connie Carpenter vio como un hombre vestido de gris
desplegó una enormes alas y se dirigió contra su coche, desviándose
cuando estaba a punto de impactar. “Aquellos ojos. Eran de un rojo
intenso, y una vez fijos en mi, yo no podía apartar los míos de
ellos”, aseguró la testigo al investigador John Keel, un conocido
periodista, que por cinco ocasiones se desplazó hasta Virginia
Occidental para recoger in situ cientos de testimonios y publicarlos
en su revista “The fliying sauce review”( “La revista de los
platillos volantes”).
El 4 de diciembre,
varios pilotos pertenecientes a la base militar cercana de
Galípolis, también habrían observaron al monstruo maniobrando y
planeando sobre el río, y que pudieron calcular que iba a unos 100 m
de altura y a casi 100 km por hora. Posteriormente le habría seguido
con sus aviones con la intención de fotografiarle, pero se dice que
no pudieron ya que el ser habría desaparecido en uno de sus
movimientos cerca de un espeso bosque y así siguieron los
avistamientos con al menos 100 testigos.
Estatua de 3,7 m del
Hombre Polilla elaborada por
Robert Roach y
situada en el centro de Point Pleasant.
En medio de tal
fiebre, comenzaron a desatarse las especulaciones, unos decían que
era un ángel que venía a avisar de una catástrofe; otros, que era
un demonio que venia a causarla, que era una criatura mutada por la
radioactividad de la zona, e incluso de una maldición lanzada 500
años atrás por un líder indio llamado Hokolesqua, antes de morir
víctima de una emboscada.
Junto a las
apariciones del Mothman se multiplicaron también los avistamientos
OVNI, y la presencia de unos extraños hombres vestidos de negro como
los que interrogaron a la periodista Mary Hyre
Casualidad o no, los
avistamientos del Mothman cesaron la noche del 15 de Diciembre de
1967 cuando el puente de Silver Bridge, de 700 metros de largo que
cruzaba el río Ohio, se desplomó, acabando con la vida de más de
46 personas, como sucedía en el repetitivo sueño de Mary Hyre, que
asombrosamente, se encontraba en ese momento en el puente junto a
varios testigos más de las apariciones.. El Mothman nunca más
volvió a ser visto allí.
Con todo el material
recogido esos años, John Keel, escribió “The Mothman Prophecies”
(las profecías del Mothman”), que sería llevado al cine en 2002 y
protagonizada por Richard Gere.
En Virginia estos
sucesos siguen vivos, y el productor de “expediente x”, Cris
Carter, también dedicó un episodio de la popular serie a esta
criatura que desde luego, es una de las que más testigos ha tenido
en el mundo paranormal.
SOLUCIÓN DEL
MISTERIO
Como ya hemos
señalado -y este dato me lo acercó Daniel, director del Grupo
Ruanel-, Mothman o “el Hombre Polilla” es un ser real,
animalesco, mezcla de murciélago, vampiro y búho, que vive en la
“Tierra Intermedia”, y se alimenta de animales más que él,
obviamente, ratas, zorros, aves como las gallinas, sangre, de todo lo
que sea carne. Tienen una modificación genética que no les permite
reproducirse, casi -lo que supone que se trata de una especie en
extinción-, aunque por compensación viven muchos años, superando
en este sentido al hombre.
Quedan descartadas,
por lo tanto, las delirantes interpretaciones que se han hecho de
este extraño ser, es decir, que se trata de un “ángel” que
viene a avisar de una catástrofe o que es un “demonio” que viene
a causarla. Menos aún que se trate de una criatura mutada por la
radiactividad. Y mucho menos aún que sea el resultado de una
maldición india. También hay que desechar la idea de que son seres
extraterrestres.
Aun parezca
increíble, estas disparatadas especulaciones se hicieron del hombre
polilla, que no es más que una de las bestiales “creaciones” de
Orguimed-Jehová-Yaveh-Satanás y no sé cuantos nombres más se le
han adjudicado a esta maléfica entidad.
Cuando hablamos de
la “Tierra Intermedia nos estamos refiriendo a la extensa zona de
nuestro planeta que se extiende desde la superficie hasta la Tierra
hueca, donde no solo existen enormes cavernas sino también inmensas
ciudades habitadas por seres no humanos. Y no estamos hablando de
animales o seres animalescos solamente sino de humanoides, e incluso
en algunos casos más inteligentes que el “homo sapiens”.
¿Por qué ante la
aparición de un ser cuya morfología no se parece en nada, o muy
poco, a la nuestra hacemos tanta alharaca? Simplemente porque nos
asusta la presencia de seres extraños y cuyo aspecto terrorífico
nos hace presumir que nos atacará.
Esta situación hace
que la imaginación vuele y entonces, como es sabido, el vacío de
conocimiento que provoca nuestra ignorancia se llena con cualquier
cosa, sin importar que sea disparatada.
Con respecto a la
presencia de los famosos “Hombres de Negro”, mi opinión -y es
solo mi opinión basada en mis conocimientos y siempre que no se
trate de un invento- que solo se trata de un juego de manipulación.
Me refiero a que cuando ellos amenazan que no se investigue tal
suceso o tal ser, saben que los seres humanos harán justamente todo
lo contrario. Que es lo que ellos quieren que hagamos.
Mientras nos
ocupamos de los hombres polillas, de los extraterrestres, de los
Ovnis, del Incidente Roswell, de los círculos en los sembrados y de
otras tonterías, no nos damos cuenta de lo que en realidad sucede a
nuestro alrededor y están haciendo con nosotros, siendo una de ellas
el envenenamiento de la población para disminuirla al punto de que
sea fácilmente manipulable.
Una de las cosas que
también se ha dicho de estos seres es que sus ojos son rojos e
hipnóticos. Es obvio que no lo son, sino que al alumbrarlos, por
ejemplo con una linterna, dan esa sensación, como cuando se enfoca
una luz hacia los ojos de los gatos, que parecen verdes.
Por supuesto que
nuestra curiosidad y también la de los lectores no quedarán
satisfechas con solo saber que el hombre polilla no es más que un
ser animalesco que vive en cavernas y que de tanto en tanto sale a la
superficie para darnos un susto, pero de lo contrario, al perder
tiempo en algo tan banal, caeríamos también nosotros en la trampa
de ocuparnos de cosas fútiles dejando de lado las cosas que
realmente interesan.
NOTA ADICIONAL DE
HORACIO VELMONT
Si esta nota fuera
hecha por un periodista, desde luego que no sería así, tan escueta
y simple, sino que hablaría de “un ser misterioso”, que “emite
un chillido que hiela la sangre”, “cuyos ojos rojos como la
sangre más roja son terriblemente hipnóticos y paralizantes” y
otras bobadas.
Incluso, si fuera un
periodista totalmente desaprensivo, hasta inventaría que velozmente
cayó en picada y con sus garras apresó a un niño de pocos años y
huyó hasta perderse en la espesura del bosque cercano.
Para concluir,
quiero señalar que me estoy refiriendo al Hombre Polilla, y no a
otros seres no humanos que viven en la Tierra Intermedia y realmente
son de temer porque se alimentan de carne humana. Pero esto es harina
de otro costal…
COMENTARIO DE DANIEL
(DIRECTOR DEL GRUPO RUANEL)
Si bien existen
criaturas en la Tierra Intermedia muchísimo más peligrosas que el
denominado “Hombre Polilla”, su presencia en la superficie no es
para tomarla despreocupadamente como si fuera un simple animal de
nuestra fauna, como por ejemplo un murciélago o un búho, no solo
por su tamaño casi el de un humano promedio, sino por su tremenda
fuerza capaz de llevarse a niño si se le presenta la ocasión. A
este ser hay que catalogarlo de peligroso porque se alimenta de carne
y sangre, y por eso no cabe menospreciar a quienes se han aterrado al
ser acosados por él.
En la Tierra
Intermedia, vale aclarar, habitan, por ejemplo, seres de
civilizaciones que estuvieron aquí en la superficie, pero cuando su
civilización fue destruida por catástrofes se trasladaron allá
abajo. También hay seres de otros planetas y otros que son de aquí,
es decir, terrestres, pero fisionómicamente difieren de nosotros. De
ahí que en muchas culturas e incluso hasta hace algún tiempo
(porque ahora ya hay barreras mas seguras para que no pasen tan
fácilmente) se veian seres “raros”, como lagartos, grises, y ”
bichos extraños”. Algunos de ellos son hostiles. Desde tiempos
remotos se ha hablado de que “que el diablo está allá abajo”.
Quien tenga ojos para ver que saque sus conclusiones.
Relatos extraídos de Un Mundo de Fenómenos Extraños, de Charles Berlitz.
¿UN AVE ENORME?
Eran las 10:30 de la
noche del 14 de enero de 1976 y Armando Grimaldo estaba sentado en el
jardín de atrás de la casa de su suegra en el sector norte de
Raymondville, Texas. Había venido a visitar a su esposa separada,
Christina, que estaba ahora durmiendo en el interior. Grimaldo estaba
a punto de tener un encuentro demasiado próximo con una criatura de
otro mundo.
– Cuando me volvía
para ir a echar un vistazo al otro lado de la casa -dijo-, sentía
que algo me agarraba, algo que tenía unas grandes garras. Miré
atrás, vi aquello y eché a correr. Nunca había tenido miedo a
nada, pero esta vez lo tuve. Jamás en mi vida había estado tan
asustado.
Algo había
descendido del cielo, algo que Grimaldo no había visto nunca ni
quería volver a ver. Era tan alto como él -1,85 metros- y tenía
una envergadura de tres a cuatro metros. Su piel era de color
.castaño negruzco», correosa y sin plumas, y tenía unos ojos rojos
enormes.
Grimaldo chilló y
trató de correr, pero, presa de pánico, tropezó y cayó de bruces
contra el suelo. Al incorporarse a duras penas, pudo oír que su ropa
era rasgada por las garras de la bestia. Consiguió refugiarse debajo
de un árbol mientras su atacante, que ahora respiraba con fuerza,
volaba y se perdía en la noche.
Los gritos
despertaron a Christina, que estaba bajando la escalera cuando oyó
que él entraba corriendo en la casa, «de algún modo conmocionado».
Incapaz de hablar con coherencia, mumuraba la palabra pájaro (en
español) una y otra vez. Fue llevado al hospital de Willacy County y
dado de alta al cabo de media hora, cuando los médicos dictaminaron
que no había sufrido daño físico.
Armando Grimaldo
tuvo más suerte que la cabra de Joe Suárez. Algo la hizo pedazos en
las primeras horas del 26 de diciembre. Había sido dejada atada en
un corral detrás del granero de Suárez en Raymondville. No había
huellas de pisadas a su alrededor y la Policía no pudo explicar cómo
la habían matado.
Algo había
irrumpido en el Valle de Río Grande. Antes de que desapareciese, al
cabo más o menos de un mes, los graciosos del lugar le habían
puesto el nombre de Big Bird, por el personaje de Sesame Street. La
mayoría de la gente lo tomaba a risa, pero no así los que lo habían
visto.
Una criatura
parecida se metió en el remolque de Alverico Guarjardo en la cercana
Brownsville. Cuando Guajardo montó en su vehículo y encendió las
luces, vio lo que describió como «algo de otro planeta». Aquella
cosa, al darle la luz, se levantó y le miró con unos ojos rojos y
brillantes. Guajardo, paralizado por el miedo, sólo pudo mirar a su
vez a la criatura, que tenía las largas alas, como de murciélago,
plegadas sobre los hombros. Y no paraba de hacer un «horrible ruido»
gutural. Por fin, al cabo de dos o tres minutos, retrocedió hacia un
camino de tierra a poca distancia detrás de él y desapareció en la
oscuridad.
Pero la criatura
volvió a ser vista el 24 de febrero, mucho más al Norte, en San
Antonio, donde tres maestros de escuela que se dirigían en coche a
su trabajo por una carretera aislada al sudoeste de la ciudad, vieron
un enorme pájaro con una envergadura de «seis o siete metros, si no
más». Volaba tan bajo que, cuando pasó por encima de los coches,
su sombra cubrió toda la carretera.
Mientras observaban
los tres aquella inverosímil criatura, vieron otro ser volante a lo
lejos, trazando círculos sobre una manada de ganado. Parecía,
pensaban, una «gaviota gigante».
Más tarde, cuando
los maestros buscaron en los libros, tratando de identificar a la
primera ave que habían visto, creyeron haberlo conseguido. Lo malo
era que el pajarraco se parecía mucho al pteranodonte, un dinosaurio
volador que se había extinguido hacía 150 millones de años.
No fueron los únicos
tejanos del Sur que creyeron haber visto un reptil alado
prehistórico. Un mes antes, dos hermanas de Brownsville, Libby y
Deany Ford, vieron un «gran pájaro negro» cerca de una charca. La
criatura era tan alta como ellas y tenía «cara de murciélago».
Más tarde, cuando vieron la imagen de un pteranodonte en un libro,
llegaron a la conclusión de que era lo que habían visto.
El miedo al Big Bird
se calmó a primeros de 1976, pero la criatura tenía que aparecer de
nuevo en el Valle de Río Grande. El 14 de septiembre de 1982, James
Thompson, un técnico de ambulancia de Harlingen, vio un «gran
objeto parecido a un pájaro» pasar por encima de la autopista 100 a
una distancia de cincuenta metros. Eran las 3:55 de la mañana.
– Esperé que
aterrizase como un avión en miniatura -dijo Thompson al Valley
Morning Star-. Esto fue lo que pensé que era, pero agitó las alas
lo bastante para mantenerse por encima de la hierba. Tenía la piel
áspera, negra o grisácea. No tenía plumas. Estoy seguro de que su
pellejo era como de cuero. Le observé mientras se alejaba volando.
Era -dijo más tarde- un pájaro parecido a un pterodáctilo.
La Sociedad
Internacional de Criptozoología, organización científica que
investiga los informes sobre animales desconocidos o presuntamente
extinguidos, observó que las aves habían sido vistas a solamente
300 kilómetros al Este -según el vuelo del pterodáctilo- de la
Sierra Madre Oriental de México, una de las regiones menos
exploradas de América del Norte.
LLEVADO POR UN AVE
GIGANTESCA
A las 8:10 de la
tarde del 25 de julio de 1977, el niño de diez años Marlon Lowe, de
Lawndale, Illinois, tuvo una experiencia que la ciencia dice que es
imposible. Fue levantado del suelo y llevado por el aire por un
pájaro enorme.
El primer vecino de
Lawndale que advirtió algo desacostumbrado en el aire fue un hombre
llamado Cox, que vio dos grandes aves, parecidas a cóndores, que
descendían volando desde el Sudoeste. En el mismo momento, Marlon
Lowe estaba corriendo con unos amigos sin darse cuenta de que, detrás
de él, dos grandes pájaros, de una clase desconocida en Illinois,
volaban a unos tres metros sobre el suelo. Marlon seguía corriendo,
cuando uno de ellos le agarró y se lo llevó en el aire.
Su madre, Ruth Lowe,
que lo vió, chilló aterrorizada y corrió detrás de las aves.
Después de transportarle unos doce metros, aquella criatura soltó a
Marlon, que cayó ileso al suelo. El ave y su compañera volaron
entonces hacia el Nordeste. En total, seis personas presenciaron el
increíble suceso.
Mrs. Lowe dijo que
las aves parecían enormes cóndores, con picos de quince centímetros
y cuellos de cincuenta centímetros de largo, con un anillo blanco en
la mitad de aquél. Salvo por el anillo, las aves eran negras. Cada
ala tenía, según el más prudente de los cálculos, un metro y
medio de largo.
A pesar de los seis
testigos, la historia era tan increíble que, si bien fue publicada
en toda la nación, casi nadie la creyó y la familia Lowe fue
cruelmente atormentada. El guardabosque local llamó embustera a Mrs.
Lowe. Los bromistas empezaron a dejar pájaros muertos, incluso, en
una ocasión, «un águila grande y hermosa», en la puerta de los
Lowe. Los jovencitos locales se burlaban de Marlon y le llamaban Niño
Pájaro.
La tensión
producida en Marlon por el ataque y las subsiguientes consecuencias
fue tal que sus rojos cabellos se volvieron grises. Durante más de
un año, se negó a salir de casa después de anochecer.
Dos años más
tarde, mirando atrás, Mrs. Lowe dijo a los investigadores Loren y
Jerry Coleman: «Siempre recordaré cómo aquella cosa enorme doblaba
el cuello con su anillo blanco y parecía tratar de picotear a Marlon
mientras se alejaba volando.
Yo estaba en la
puerta y lo único que veía eran los pies de Marlon balanceándose
en el aire. Por aquí no hay pájaros que puedan levantarle de esta
manera.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.