CÓMO FUERON
TERGIVERSADOS LOS HECHOS
por Horacio Velmont
El episodio de la
“Transfiguración” de Jesús está relatado en el Evangelio según
San Lucas 9,28-36 de la siguiente manera:
28 Aconteció como
ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a
Jacobo, y subió al monte a orar;
29 Y entre tanto que
oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y
resplandeciente.
30 Y he aquí dos
varones que hablaban con el, los cuales eran Moisés y Elías.
31 Quienes
aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba
Jesús a cumplir en Jerusalén.
32 Y Pedro y los que
estaban con él estaban rendidos de sueño; más permaneciendo
despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que
estaban con él.
33 Y sucedió que
apartándose ellos de él Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para
nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas:
una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías no sabiendo que le
decía.
34 Mientras él
decía esto, vino una nube que nos cubrió; y tuvieron temor al
entrar en la nube.
35 Y vino una voz
desde la nube que decía: Este es mi Hijo amado, a él oíd.
36 Y cuando cesó la
voz, Jesús fue hallado sólo, y ellos callaron, y por aquellos días
no dijeron nada a nadie de lo que habían visto.
Veamos ahora lo que
dice sobre el mismo hecho el Evangelio de Nerón:
Así que cuando
volvieron a reunirse con Iesus, éste les dijo a Petrus, Santiago y a
Juan:
171 -“Buena ha
sido vuestra andanza de estos días, y los dioses que viven dentro
del mundo me han visitado en espíritu. Y como vieran que estamos
haciendo bien nuestra misión, tienen algo que decirme en persona.
Así que vosotros me acompañaréis hasta el Monte de las Palmeras,
donde vendrán mis hermanos, y por unos días estaremos en el Paraíso
del Mundo. Os he elegido a vosotros porque sois los más adelantados
y de más puro corazón, mas no diréis a los demás adónde vamos”.
172 Así que le
acompañaron aquella noche al monte predicho, y estando muy lejos de
la vista de la ciudad se pusieron a meditar en silencio. Hasta que
cerca del amanecer, cuando los tres Discípulos se hallaban dormidos,
les despertó una luz amarilla muy potente que se posó a poco más
de un estadio de ellos. Como estaban algo asustados, Iesus les
tranquilizó, y cuando estuvieron bien, la luz se había convertido
en una enorme batea como las de moler el grano.
173 Allí fueron los
cuatro, y al acercarse, una luz blanca como no habían visto antes se
dejó ver por una puerta, y de ella salieron dos ángeles o dioses,
que hablaron en pensamiento con Iesus. Luego les hicieron entrar en
la batea, y desde adentro se veía todo hacia afuera, porque era
aquello una nave de dioses, y sus paredes eran como el natrón, pero
desde afuera no era posible ver hacia adentro.
Como los tres
discípulos estuvieran muy asustados, Iesus les reprendió, porque
con tales sentimientos molestaban a los recién llegados, que fueron
presentados como hermanos de Iesus en espíritu.
174 Entonces uno de
ellos les dijo:
-“Éste que os ha
invitado es mi hijo en el Paraíso, donde iremos ahora, y estaréis
siempre con él, así que permaneced con el corazón en paz”.
175 Cuatro días
estuvieron en el Paraíso, y cuando los regresaron solo dijeron a los
demás que habían estado en el Reino de los dioses, más no dijeron
lo que vieron ni lo que supieron de ellos, porque está vedado a los
mortales entrar al Paraíso, salvo que fuere por especiales motivos
que sólo ellos conocieron.
Seguramente serán
muchos los que por haber leído La Biblia III, Testamento de todos
los tiempos, escrito por el iniciado Ramiro de Granada basado en
textos que han permanecido ocultos hasta ahora, este texto les
resultará completamente claro.
Pero habrá otros,
obviamente la mayoría, que su correcto sentido se les escape. Para
ellos daremos estas explicaciones:
Jesús el Esenio, y
no el inventado por la Biblia, fue un elevado Maestro que habitaba
en al Paraíso o Jardín del Edén, ubicado en la Tierra hueca. Para
que los hombres de la superficie supieran la verdad de su origen y
que pudieran así liberarse del yugo en el que estaban por Jehová se
sometió al procedimiento de la muerte a fin de reencarnar como lo
hacemos todos nosotros.
Todos los que
habitan en la Tierra hueca son humanos primordiales, y Jesús era uno
de ellos. Nosotros, la raza humana, también somos primordiales, pero
el perverso Jehová, si bien clonó a Adán y Eva “a su imagen y
semejanza”, no los hizo totalmente iguales, sino inferiores. Por
eso se habla de que nosotros, su descendencia, somos seres
“mortales”. Mortales físicamente, por supuesto, porque por
esencia, siendo espíritus, somos inmortales.
La característica
de estos seres, además de su gran altura que promedia los cuatro
metros, es que, como ya señalé, son humanos como nosotros, pero al
ser Primordiales (es decir, no clonados) su organismo físico no se
deteriora y por eso viven miles de años. Y no mueren, sino que
Ascienden al Reino Crístico.
Se podría decir,
para que se entienda de alguna manera, que llega uno momento en que
se cansan de la vida en el plano físico y sienten la necesidad de
Ascender. Pero reitero que no mueren como nosotros, los humanos de la
superficie, ni tampoco tienen necesidad de reencarnar.
Cuando Jesús decía
que debíamos recuperar el Paraíso se refería no a un mundo
espiritual sino al mundo material del interior de la Tierra, donde el
sol nunca se pone.
Luego de esta breve
digresión continúo… En un momento determinado, hermanos de Jesús
vinieron a buscarlo porque querían hablar con él de algunos asuntos
importantes referentes a su misión en la superficie.
Jesús sabía que lo
iban a venir a buscar porque dichos hermanos habían viajado
astralmente para anunciárselo.
Fueron escogidos por
él para acompañarlo Pedro, Santiago y Juan. El encuentro fue
previsto en el denominado Monte de las Palmeras (actualmente conocido
como el Monte de las Tentaciones).
Obviamente, los
mencionados hermanos de Jesús no iban a venir desde el interior de
la Tierra caminando, sino en una nave espacial, muy luminosa, que
descendió a varios metros de donde estaban, obviamente para evitar
los trastornos de la radiación emitida por la nave.
Los discípulos que
acompañaban a Jesús estaban naturalmente temerosos ante tal
aparición, pero Jesús los amonestó haciéndoles saber que nada
tenían que temer. Desde ya que la extraordinaria lumninosidad que
expedía la máquina había hecho resplandecer a la figura del
Maestro.
Una vez que entraron
todos en la nave ésta partió hacia la Tierra hueca, es decir hacia
el Paraíso o Jardín del Edén, que no es un sitio espiritual sino
un lugar idílico ubicado en este plano físico.
La referencia que
hacen los textos que relatan el episodio a ángeles o dioses es
simplemente la forma de sindicar de alguna manera a esos
intraterrestres hermanos espirituales de Jesús.
En rigor, se trató
de un hecho en absoluto misterioso ni milagroso. ¿Qué de
extraordinario puede tener que venga una nave espacial y conduzca a
unas personas al interior del planeta a pasar algunos días gozando
de unas hermosas vacaciones bajo un sol que nunca se pone?
No me cabe duda
alguna que llegará el día en que un hecho así será tan común
como lo es ahora que la gente vaya a la boletería de algún
aeroparque y saque pasaje para ir en avión a vacacionar a alguna
isla paradisíaca.
La única diferencia
será que el viaje en una nave espacial será siempre seguro, y en
cambio cuando uno toma un avión siempre se corre un albur, como
sucedió con el vuelo recientemente perdido del avión de Malaysia
Airlines.
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