TESTIMONIO SOBRE
JESÚS DE UN EMPERADOR CALUMNIADO (*)
(Parte de un archivo
militar hallado en 1932 en Roma)
Ilustrado por
Horacio Velmont
Nerón fue en su
época quizás el más noble de los Kristianos
y justamente por
ello fue el más calumniado.
Fue Nerón quien
recopiló todos los datos sobre la vida y obra del Gran Maestro
Esenio Jesús, y realizó con ellos una síntesis que llamó Iesus
Cristi.
El Emperador Romano
Lucio Domicio Nerón tenía apenas 17 años cuando debió ocupar el
trono imperial, debido a la muerte de Claudio -año 54 D.de C.-, y a
tal edad ya se perfilaba como uno de los mejores discípulo de
laEscuela Imperial, en que se preparaban los hombres de armas,
justicia y ciencia, para dedicar su vida a la más alta
responsabilidad: la de la política.
La humanidad mortal,
engañada siempre con la “historia oficial”, desconocedora de la
milenaria conspiración Gehovítica, ha creído la interesada
calumnia de que los grandes hombres de la humanidad eran todos
pervertidos; que podía ocupar un trono un degenerado o un demente,
como ocurre en las “democracias” del siglo XX, y especialmente se
ha inventado una historia de imperios tiranos, de formas de gobierno
“primitivas”, de culturas que por carecer de tecnología
electrónica, eran “inferiores” a la actual.
Se ha hecho creer a
las masas que los antiguos eran “menos inteligentes”, y que las
formas de organización social, política y religiosa de ellos eran,
por lo tanto, decadentes, frágiles o ridículas.
La tarea de la
Conspiración Gehovítica, absolutamente indiscutible por la
referencia y razonamiento histórico (Leer Antiguo Testamento y
también, en especial, el Talmud), ha tenido seis campos de acción
principal:
a) La perversión de
las personas usando el sexo, droga, alcohol, la codicia, y todas las
debilidades psicológicas.
b) La perversión de
las Instituciones, mediante el soborno, la infiltración, y toda
clase de trucos espurios, y la mestización racial de las Naciones,
para provocar eldetrimento sanitario que lógicamente surge de la
violación a las leyes naturales c) La destrucción, mediante
intrigas, de los pueblos, enfrentándolos en guerras innecesarias.
d) La utilización
del pueblo elegido para actuar, mediante arquetipos psicológicos,
haciéndolo perseguido y perseguidor, imponiendo una economía
artificial, monetaria e injusta.
e) La destrucción
de todos los valores culturales de los pueblos, mediante
ridiculización de los folklores propios de cada Nación, puesto que
no es posible dominar a una Nación que mantiene vivo su espíritu
colectivo y particular. Los folklores -indumentaria, poesía, canto,
música, teatro, rituales, costumbres sociales, etc., son
manifestaciones del espíritu que a través del tiempo permiten
conservar los valores morales y éticos, como la Dignidad y la
Lealtad, la solidaridad, la unión, etc.
f) Y la parte más
terrible de la Conspiración: los “instrumentos de acción”
social, mediática, política y religiosa para destruir todo
obstáculo en la carrera de dominio mundial, que son la destrucción
de libros, la elaboración de libros falsos o producción de libros
maravillosos, pero adulterados de tal manera que confundan,
perviertan y lleven a errores tremendos a los que buscan la verdad.
El principal
objetivo de estos ataques ha sido la historia, donde la se ha
aplicado el extremo de la calumnia, la denostación y ridiculización.
Nerón -como todos
los Emperadores Romanos- sabía que el máximo enemigo a enfrentar no
estaba en los pueblos aislados, que normalmente accedían a formar
parte del Imperio sin ningún problema, pues en él se hallaban
seguros militar, económica y culturalmente. Sabía que los pueblos a
veces tenían elementos disociantes que veían en el Imperio un
peligro para sus fechorías particulares, y muchas veces se producían
batallas.
Pero los “Triunfos”
que los romanos festejaban no eran precisamente logros militares
propiamente dichos, sino que las campañas de exploración del mundo
permitían conocer otros pueblos dispersos, los cuales eran anexados
al Imperio del mismo modo que es recibido un hermano en casa. Ello
engrandecía al Imperio y la cosmovisión de los ciudadanos.
El acto final de
cada Triunfo era la colocación en el Templo de Todos los Dioses, de
las imágenes o estatuas que el pueblo anexado llevaba a Roma, como
señal de participación en los Altos Designios del Imperio, en el
cual la libertad de culto era defendida plenamente.
Ser parte del
Imperio era un interés de las Naciones en todo sentido, pues así el
gobernante aseguraba para los suyos la “Pax Romana”, que
significaba el derecho a reclamar defensa, protección, acceso a
todos los bienes que se produjeran en todas las Naciones, seguridad
de engrandecimiento de la cultura, ya que el tránsito sin peligros
por todo el territorio del imperio estaba asegurado mediante el
ejército, y todo ésto a cambio de participar activamente en las
campañas militares y entregar a los almacenes todo el excedente de
todo tipo de producción. A cambio, tenían asegurada la recepción
de todo lo necesario que se produjera en otros sitios.
Sabía muy bien
Nerón que no eran sus enemigos los centinelas ni se tramaban
intrigas en el seno familiar o en las organizaciones del Estado.
Sabía que el enemigo era astuto y ruin, y que buscaba destruir el
Imperio para poner a su dios como único y absoluto sobre los dioses
de los demás.
Nerón no desconocía
que existe un Dios Absoluto Creador del Universo, y quizá fue en su
época el más noble de los Kristianos de todos los tiempos.
Justamente por ello fue el más calumniado de todos hombres en la
historia del mundo.
Fue Nerón quien
recopiló todos los datos sobre la vida y obra del Gran Maestro
Esenio Jesús, y realizó con ellos una síntesis que llamó Iesus
Cristi. Las expediciones que envió al Asia y al África siguiendo
los rastros de Maestro, obtuvieron resultados sorprendentes, pero
también, como se verá, se conocía más del mundo que lo que se
cree actualmente.
IESUS CRISTI
Hace cuatrocientos
ochenta días mandé expediciones al Naciente, al Poniente y al
África, con dos motivos importantes como son: Saber si el mundo
termina en un abismo más allá de las Columnas de Hércules, o acaso
es como dicen los galos, que tiene forma de huevo y flota en el éter
del infinito, dando vueltas a Febo. 1
El otro motivo es
saber si es verdad lo que me informaron los mensajeros del Naciente,
de que el Maestro Iesus el Esenio se convirtió en pura Luz del
Espíritu, y que ascendió a los cielos de Dios Absoluto, para ser
más que los dioses del Norte.
He juzgado las
noticias que todas las expediciones trajeron y he exclamado: ¡Ah,
que destino me impuso Marte. ¡Con qué gusto hubiera dejado el
gobierno del Imperio en otras manos para recorrer el mundo
personalmente! ¡Cuántas maravillas que han visto los ojos de mis
enviados!
Pero los enemigos de
Roma son los enemigos del mundo entero, y me compete la tremenda
responsabilidad de contenerlos para que no lo perviertan.
Si no existiesen los
que siembran cizaña entre las Naciones, seguramente sería escaso el
trabajo de gobernar y hasta aburrido ser Emperador.
Pero henos aquí a
los que conocemos los juegos de los dioses. Ellos discuten nuestros
asuntos por hacernos inmortales o por hacernos esclavos, y no es
posible confiar en ninguno. Aunque tienen razón en no ayudarnos
mucho los que pretenden la inmortalidad del hombre, pues si se
hicieran inmortales los corruptos, los locos y los tiranos, ninguna
criatura en el Universo del Creador de Estrellas y Mundos podría
descansar jamás, y toda la Eternidad se estremecería.
Ocasionalmente,
algún enviado de los dioses hace entre las Naciones lo mismo que mis
enviados entre los pequeños pueblos; esa tarea tan difícil que es
despertar el espíritu de las gentes, para que aprendan a vivir como
dioses, aun en este mundo de muerte. Así es que ha caminado entre
nosotros uno de los más grandes Maestros que ha tenido el Imperio, y
seguramente el mundo todo.
Hace más de diez
años que se fue de Roma nuestro más preclaro hombre Iesus el
Esenio, habiendo dejado una enseñanza que los mortales podemos tomar
para nuestra gloria, porque esa misma enseñanza le ha llevado a él
a la inmortalidad, y más allá todavía. Iesus el Esenio es ahora
Iesus el Kristo, porque ha subido al cielo que está por encima de la
inmortalidad de los dioses.
Si los dioses tienen
un Reino mayor que los mortales, el Kristo está en un Reino más
Excelso aún.
Nació hace setenta
y seis años en una aldea cercana al Mar Muerto, y fue su padre un
gran constructor llamado Iose, y su madre una Virgen Vestal que
ofició en el Templo de Ur.
Como los esenios
tienen los mejores mensajeros del mundo, pues salen del cuerpo en
espíritu, se enteraron de su nacimiento los Magos, Teurgos y
Taumaturgos de todo el Imperio, así como los caldeos, los
Trimegistos de Grecia y los sacerdotes de Egipto.
Le esperaban desde
hacía tiempo, pues los dioses les anunciaron que uno de ellos
nacería como mortal, en vista de que muchos habían perdido el
Camino de la Luz, y que las mezclas de razas habían hecho muchos
hombres defectuosos, que somos nosotros mismos, imposibilitados de
ganar la inmortalidad.
Así que un dios
resignó su inmortalidad para luchar contra el dios de los arpíos,
que es el causante de que seamos mortales.
Ninguno de los magos
pudo decir cuál era el nombre del dios, así que le pusieron el
nombre más común en la región a fin de que los secuaces de Herodes
no le pudieran identificar.
Herodes fue
advertido de que un dios enemigo de Ieová nacería, porque los magos
traidores al juramento de la Escuela Greca, son los que siempre
adoraron a Ieová en secreto. Este malvado Rey hebreo que tanto
trabajo ha dado a Roma, mandó a matar a miles de criaturas,
calculando la edad del dios, entre recién nacido y cinco años.
Pero como pensó que
podría nacer entre los de su propio pueblo, no se limitó a aumentar
la persecución que llevaba contra los esenios, sino que mandó a
asesinar a todos los niños hebreos también.
Mas como los esenios
salen en espíritu tanto de día como de noche, se enteraron de la
intención del malvado. Y no sabiendo qué hacer, Iose fue en
espíritu a implorar ayuda a los dioses. Pero éstos le reprendieron
por su miedo diciéndole que no le abandonarían, porque al que
debían proteger era uno de ellos mismos.
Así que Iose llevó
a su mujer y a su hijo a la aldea de Luvia, que en esos días era un
campamento de la Legión de Marcio Livio. Allí estuvieron a salvo,
mientras que nuestros soldados lidiaban con los soldados hebreos,
tratando de poner orden entre los aterrorizados hebreos, que aun
perseguidos por su Rey le llevan noticias de todo, y ninguno confiaba
en ninguno.
A tal punto son de
crueles entre ellos, que si no estuviese Roma para contenerlos, ya se
habrían matado a sí mismos o habrían masacrado a todos los demás
pueblos.
Pero el Maestro fue
llevado a salvo hacia la Hélade, donde los grecos le recibieron
sabiendo que era un dios. Allí fue instruido hasta que tuvo ocho
años, y a esa edad era él quien comenzaba a enseñar a los Maestros
de la Escuela Hermética.
Y como éstos vieran
que era un verdadero dios, le dedicaron más cuidado aún, porque
entendieron que era una responsabilidad muy grande la que tenían
entre manos. Así que cuando cumplió doce años, ya había aprendido
todo lo que podía de los grecos, y les había enseñado muchas cosas
del alma y del espíritu.
Así que inspirado
por los dioses que a menudo le visitaban en sus barcos de nubes,
pidió a sus padres que le acompañaran en un viaje hacia las
montañas más altas, allá en el confín del Naciente.
Entre aquellas
montañas que muchos romanos conocen, están los hombres más sabios
del mundo, y allí le cuidaron e instruyeron, porque ellos conservan
los secretos de los dioses, y saben más que los dioses de cómo
vencer a la vejez y hacerse inmortal.
Ellos mismos eran
mortales que dejaron de serlo, por eso tienen más experiencia que
los dioses. Así que con ellos el Maestro-dios completó su
instrucción, y nada pudo enseñar a esos hombres que viven tantos
siglos con la única y gran misión de conservar el conocimiento de
la inmortalidad.
Aquellos sacerdotes
son de otra raza, de modo que solo pudieron enseñar al Gran Esenio
el arte del coito mágico, tal como él lo ha enseñado entre
nosotros, pues tal práctica es aconsejable para todos los varones y
mujeres del mundo, sin importar la raza, igual que la Expurgación de
los demonios del alma.
Pero la otra
ciencia, que es la de la Gimnasia con Verbo, no es igual para todas
las razas. Así que teniendo ya veinte años, debió viajar con sus
padres hasta Egipto, donde los sacerdotes del Templo de Luxor le
enseñaron la Magia de las Runas, que es la raíz de todas las magias
para nuestra raza.
En Egipto vivió
hasta los treinta años, y como fuera grande su conocimiento, enseñó
a miles de varones y mujeres de aquel pueblo el arte de la
inmortalidad. Así que en éxodo voluntario se fueron cincuenta mil
egipcios hacia el Naciente, porque la ciudad de Cachemira, que es la
más antigua del mundo según se conoce hasta ahora, es el lugar
perfecto para convertirse en Luz y subir al Reino de los Kristos.
Pero solo van
aquellos que han hecho la Teúrgia muchos años y han purificado
totalmente su alma. A los que no son aceptados en los Templos de la
Ascensión, se les invita a permanecer en el Valle del Silencio,
donde no existen palabras, pues allí todos se dedican a terminar de
purgar sus demonios. Si alguno habla se le lleva fuera, para que no
moleste y no puede volver hasta pasado un año entero.
Miles de hombres se
han hecho inmortales en aquel lugar, y quieran los dioses que algún
día, cuando toda Roma esté libre de enemigos, toda esta humanidad
mortal pueda ir hacia el Reino de la Perfección, porque tal es el
ejemplo de Iesus el Kristos, que en vez de Ascender en su mundo, vino
a ser mortal para que le sigamos fuera de éste, hacia la Gloria
Mayor donde los dioses van cuando se cansan de vivir.
Si no vamos
normalmente a esa Gloria, es porque siendo mortales se interrumpe la
Vida Eterna del cuerpo, aunque es inmortal nuestra alma, salvo que
muchas veces pequemos y nos sea arrebatada por el demonio la Vida
Eterna también.
Iesus quiso golpear
duramente al dios Ieová, yendo a predicar entre su propio pueblo
esclavo, porque éste es el que pasa más miserias y sufrimientos que
ninguno, debido a su ciego fanatismo y servidumbre al más malévolo
de los dioses.
Así que fue al
Templo de Salomón, donde los hebreos adoran a Ieová, y tomando las
tablas y escritos que ellos tienen desde que existen como pueblo, les
hizo ver con gran sabiduría que los mandamientos que tienen no son
dignos de un dios, sino de un demonio.
Porque ninguna
sabiduría hay en su historia, ya que ningún dios realmente sabio
puede mandar a un pueblo a sacrificar a niños y mujeres, tal como
Ieová hizo muchas veces.
Les dijo que si
Ieová fuese realmente un dios, les colmaría de bendiciones, más
les ha colmado de desgracias, convirtiéndolos en enemigos de todos
los pueblos, haciéndoles creer que solo ellos tienen derecho a
existir, cuando hasta su idioma es producto de un dios sin alma, pues
no tienen idea del pasado ni del porvenir cuando hablan.
Su dios les ha dado
esa lengua incompleta para que el espíritu no pueda expandirse en el
tiempo, pues no piensan en el futuro individual, sino como un
ejército de muñecos que sirven a un solo individuo: ese que dice
ser un dios.
Como estuvieran
algunas tribus de esenios en el norte de la Judea, Iesus permanecía
con ellos enseñándoles todo lo aprendido como dios y como mortal,
para que ninguno de ellos tuviera hijos de la carne, sino que se
engendren a sí mismos en la inmortalidad del cuerpo, porque sin ello
no se puede ir al Reino de los Kristos.
Por eso es que desde
entonces los esenios se han hecho más sabios aún, y son la mejor
gente del Imperio, pues no precisamos cuidarlos, ni cuidar de ellos a
otros pueblos.
Cada vez que los
esenios llegan a algún lugar, actúan como mensajeros de dioses,
pues construyen hermosas casas, enseñan las mejores reglas de vida y
fabrican para nuestros soldados las mejores espadas que se hayan
empuñado jamás.
Conocen las técnicas
del hierro eterno, que no se pudre ni se destempla, y no siendo
egoístas con el conocimiento, enseñan todas sus ciencias a quienes
quieran aprenderlas.
Algunas veces
nuestros soldados deben protegerlos de los hebreos, que como son
buenos timadores los someten hasta la esclavitud. Pero esto nunca
dura mucho, pues la mayoría de los esenios sabe cuando retirarse de
un lugar.
Como andan por
tantos caminos como es posible, saben mucho de medicina, y hasta han
combatido pestes que podrían haber matado a un pueblo entero. No
encontraron mejor pueblo los dioses para mandar a uno de ellos a
nacer, pues creo que no lo hay mejor, y es un orgullo para Roma que
ellos sean entre nosotros.
Muchas horas amargas
debió pasar el Maestro Iesus, porque entre los hebreos no es fácil
predicar, sino que es lo más contradictorio, y más fácil entiende
un asno de asuntos militares, que un hebreo de asuntos del espíritu.
Pero halló unos
pocos hebreos muy castigados en su alma, que quisieron liberarse de
su dios, así que les enseñó con gran cuidado durante tres años,
para que expulsaran los demonios del alma, pues estaban llenos de
ellos.
Como estos hebreos
estuvieran muy pobres a causa de que los de su mismo pueblo les
esclavizaban, Iesus mandó a su criado Petrus, que era númida, a
hacer su mejor arte, que era la del escándalo. Así que fueron donde
estaban dos de los muchachos que deseaban liberarse de Ieová y de
sus patrones, y Petrus les dijo:
-“Vosotros, que
tenéis los lomos tan duros para llevar odres de barro, me seríais
muy útiles en mi barco, y os daría buen descanso, y no como ese
ruin patrón que tenéis, que seguramente ni os alimenta como
corresponde”.
Esto dijo Petrus
sabiendo que alguno de los que estaban allí discutiendo valores al
modo hebreo, sería el patrón que tenía esclavos a los muchachos, y
así era. Uno de los discutidores, que era tuerto a causa de su
mezquindad, le respondió que los muchachos no estaban a la “venta”,
como llaman ellos al cambio de valores, cosa que siempre hacen
tratando de perjudicar al otro.
Entonces Petrus le
respondió así:
-“Yo no soy
hebreo, así que no entraréis en tratos conmigo a vuestro modo, sino
al modo mío, y esto es que vais a meteros en el agujero más
profundo de vuestra cueva de ratas, o conoceréis la fuerza de mi
espada, aunque deba ensuciarla con vuestra sangre”.
El patrón miró
hacia todos los lados y calculó que no tenía a nadie que le ayudara
en el trance, porque Iesus estaba junto a Petrus, y ambos eran muy
grandes, y portaban espadas muy temibles. Así que como se viera
disminuido, le dijo a Petrus que se marchara en paz, o haría llamar
a los soldados de Herodes Antipas, que eran hombres tan crueles como
hoy, y están siempre cuidando a los traficantes que ellos llaman
“mercaderes”, pero que a diferencia de los nuestros, ellos
acumulan las riquezas para su uso personal exclusivo, dejando pobres
a quienes les sirven.
Mas esto no asustó
a Petrus ni a Iesus, sino que ambos se rieron de la amenaza. Y como
Petrus dijera a los muchachos que estaban liberados de obligaciones
con el mercader, éste mandó a un chiquillo para que trajera a los
soldados.
Pero antes que
ninguno llegara, los muchachos, que se llamaban Simón y Timoteo, se
fueron con Petrus y con Iesus. Ellos les llevaron a presencia de
Poncio Pilatos, que era Gobernador de Galilea y buen discípulo del
Maestro.
Allí Simón y
Timoteo juraron lealtad al Imperio, y considerando Poncio que la
referencia de Iesus no podía ser mejor, les concedió la ciudadanía
romana, así que quedaron liberados de toda obediencia a Herodes o a
sus sucesores; y cuando mostraron sus talentos ante el administrador
del almacén, siendo Simón talabartero y Timoteo muy entendido en
asuntos agrícolas, Poncio en persona les entregó su Talento de oro
a cada uno, y les puso como criados de primera clase, al servicio del
Gran Maestro.
Como no podía ser
más grande la alegría de estos hebreos liberados del yugo de su
dios y de su Rey, prometieron aprender a usar la espada al servicio
de Roma, y servir de por vida a lo que el Maestro les mandase.
Así que éstos
hablaron a otros, de lo que Iesus les enseñaba, y se hicieron muchos
enemigos a causa de la prédica contra Ieová. Mas en vez de
desfallecer ante la burla de los que eran sus parientes, tomaron
fuerza de ello, y con tal sabiduría hablaban que los suyos se
extrañaban, porque sólo al Maestro habían escuchado hablar así
cuando en la Plaza de los Tebanos venían a Él los rabinos para
discutirle y escandalizarle. Éstos estaban muy preocupados porque ya
eran más de diez los criados del Maestro Iesus que hablaban como él
y rebelaban al pueblo contra los dictados del Sanhedrín, que en
nombre de su dios o en el propio, dirigía todos los actos de
Herodes.
Como Herodes Antipas
era hombre tan cruel como su padre, mandó a cortarles la lengua a
todos los hebreos que se romanizaran, pero solo pudo hacerlo con dos
de ellos porque Poncio le amonestó severamente. Entonces el
Sanhedrín comprendió que legalmente no podría evitar la enseñanza
del Maestro, pues ésta no negaba a los hombres libertad alguna, ni
fue nunca en contra de la disciplina y la Ley de Roma, siendo que
nuestra Ley tiene base en los valores del espíritu.
Desde que existe
Roma, cuando los etruscos la fundaron hace más de cinco siglos, la
misión más importante que ha tenido, ha sido contener la locura de
los hebreos de dominar el mundo, en lo que ponen todo su empeño.
Mientras que Roma ha
usado siempre la Espada y la Justicia, los Kristianos, desde el sabio
Tiberio hasta ahora, hemos usado la Espada, la Justicia y la
Enseñanza de los dioses.
Lo único lamentable
es que entre nuestro pueblo está surgiendo una mala costumbre, que
los hebreos han ido produciendo poco a poco, y es la de usar moneda
privada, o sea que se cambian entre las personas los Talentos que son
propios y exclusivos de cada uno, y por causa del valor que le dan al
oro, los Kristianos pasan algunas necesidades, aunque vivan en las
ciudades y trabajen mucho.
Y por causa de estas
necesidades algunos Kristianos culpan al Imperio,sin darse cuenta que
nunca el Imperio puede propiciar estas injusticias.
Además, así dicen
ser Kristianos pero obran como hebreos. Y en los días en que el
Maestro Iesus fue a predicar entre los de Galilea, aconteció que el
Sanhedrín ordenó a Antipas destruir al Predicador, porque golpeaba
en lo más profundo del cuerpo infeccioso de Ieová, pero mandaron a
hacer de tal modo que en apariencia no se violaran las Leyes de Roma.
Así llegaron donde
él cuatro hombres que buscaban indisponerle con Roma, y en especial
contra el César, sabiendo que eso sería delito grave. Entonces le
dijeron:
-“Vos que sabéis
tantas cosas, decidnos si el Dios del que habláis y que decís que
se halla en vuestro corazón, puede considerar justo que el César
disponga de nuestras vidas, y que debamos respetarle como a un dios,
y que no nos deje usar nuestras monedas y en cambio, como veis en
ésta, todo el Imperio conoce su cara. Y decidnos a todos si es justo
que en vez de respetar al Dios que decís que se halla en nosotros,
rindamos tributo al César.”
-“Podéis
perfectamente -dijo Iesus- darle al César lo que es del César, y a
Dios lo que es de Dios. Así viviréis en paz con todos los hombres y
con vuestro corazón. El César es el que garantiza la justicia entre
los hombres y vuestro Dios interior se regocija en ello. Porque sin
la justicia que el César representa, haríais pobres a todos los
pueblos y no habría paz para los hombres, ni en sus casa ni en sus
corazones”.
– “Pero vos
decís que el César representa la justicia, sin embargo nosotros no
somos libres, porque tenemos que pagar tributo a Roma.” -añadió
el turbador.
-“Vuestra libertad
no sufre por Roma ni por el César, sino por vuestras iniquidades y
por vuestra mezquindad, así como vuestras riquezas y pobrezas no las
hay en otro pueblo, pues vosotros, que os dejáis ensuciar el
corazón, cuando no sois esclavistas, os dejáis esclavizar por los
de vuestro propio pueblo, mediante ese injusto dinero que habéis
inventado. Y si no esclavizareis a otros pueblos, Roma os dejaría
tranquilos fuera de su comunidad, porque nunca pretendió dominar al
mundo, sino garantizar su libertad. ¿Acaso vosotros no coméis
frutos de todo el mundo sin tener que pagar con vuestra moneda?,
¿Acaso hay alguno entre vosotros que no tenga abrigo, sandalias o
báculo, o bolsa, o alimento para tres días en su casa? Si vais al
almacén sacáis lo que os hace falta y Roma ha tolerado hasta ahora
vuestra mezquindad, ya que pagáis un tributo medido, y no como los
demás pueblos, que todo lo ponen en los almacenes para que el
Imperio lo distribuya. ¿Entonces de qué falta de libertad y de
justicia os quejáis?, ¿Del derecho que creéis tener, de hacer a
todos los pueblos vuestros esclavos?”
Entonces los cientos
que les escuchaban comenzaron a discutir entre ellos, pues a algunos
les dolía el hecho de ser hebreos y entendían la Enseñanza y la
razón del Maestro. Pero otros cerraban el Ojo de Mithra y no veían
su propio pensamiento, y arremetían contra el Maestro con preguntas
insidiosas y escándalo.
Entonces el Gran
Esenio levantaba los brazos y todos callaban. Y tal era el silencio
porque hasta los que le odiaban sabían en su corazón que Iesus sólo
decía la Palabra de Dios, porque su corazón era duro pero justo, su
palabra poderosa pero cálida y sin ira, y su mirada firme pero
serena. Uno de los turbadores preguntó.
-“Hemos oído que
habláis de tener paz en el corazón, pero sin embargo portáis una
espada muy grande, al igual que vuestros criados. ¿Cómo es posible
tener paz en el corazón si no hacéis como nosotros, que no llevamos
espada, y que respetamos a Dios y sus mandamientos?”
Y el Maestro
respondió inmediatamente:
-“Vosotros no
portáis espadas porque el Gobernador lo ha prohibido debido a los
asesinatos entre vosotros por causa de guijarros y chucherías. Y
hasta Herodes ha recibido la orden con satisfacción, conociendo que
ello le da una cuota más de poder sobre vosotros para mantener el
orden.
Y además os digo
que solo quien tiene paz en el corazón puede empuñar sabiamente una
espada. Pues quien no ha matado sus propios demonios, mal puede usar
una espada sin herirse a sí mismo. Y vosotros tenéis en vuestro
corazón, no uno, sino una legión de demonios. Entonces no
lucharíais por causa justa, sino que vuestros demonios lo harían
por injusto motivo, como muchas veces lo han hecho, asesinando a
inocentes.
Hace treinta años,
vuestro pueblo fue diezmado por Herodes Iº, y todo por temor de mi
presencia. Mas no fueron romanos quienes os asesinaron a los que hoy
serían vuestros hermanos, o vuestros primos algo mayores, sino
vuestro propio gobernante.
Y si los Césares os
han tolerado tanto, es porque la misión de Roma es un designio de
dioses benévolos, en contra del dios de Israél, que tantas veces
mandó a producir holocausto con los pueblos cercanos.
Pero vosotros usáis
armas tan peligrosa como la espada, pues la calumnia, la provocación
y la mentira son armas terribles, aunque más tarde o más temprano
se vuelven en contra de quien las usa.
Y respecto a la
espada, cuando en vez de ser usada por el Dios que mora en el corazón
de cada hombre, es usada por la legión de demonios que usurpó tal
corazón, seguramente a hierro mata y seguro que a hierro muere.”
Como anotaran los
escribas de Jerusalén todo lo que Iesus decía, el Sanhedrín les
hacía perseguir para que no quedara testimonio de lo dicho, porque
era palabra sagrada, que salía del corazón del Maestro. Así que de
en medio de una multitud de soldados romanos que escuchaban, Iesus
eligió a uno que se llamaba Flavio Marcelius, y le dijo:
-“Siento en mi
corazón que el César en persona os ha mandado a vigilarme, y que
aunque vistáis como ciudadano común, vuestra áurea es la de hombre
poderoso e influyente. Así que si podéis escribir, hacedlo, y
decidle a Tiberio que en lo profundo de mi corazón sé de sus
desvelos por Roma y por todos los pueblos, porque tal es el más alto
sacrificio que un mortal puede hacer. Decidle además que los
chimentos que le han llevado los enviados del Sanhedrín son
conocidos por mí, antes que los mensajeros de calumnias salgan de
Judea. Mas puede estar tranquilo respecto a mí y respecto a mis
criados, puesto que ellos son también fieles a Roma y a su designio.
Escribid todo cuanto
digo, y veréis que no hay diferencias entre mis designios y los del
César, sino que son carne y uña, señalando al enemigo de todos los
pueblos, a los que intento redimir con Paz de Alma”
Así fue como desde
entonces Flavio, que era centurión especialmente enviado de Tiberio,
escribió todo lo que Iesus habló en Galilea y en Judea. Y como éste
se maravillara del conocimiento que Iesus tenía, le dijo:
-“Reconozco que
hay sabiduría en vuestras palabras, y que sois un enviado de los
dioses, pues ni siquiera Poncio Pilatos sabía de mi presencia, y en
Roma ni siquiera mi mujer sabe donde me hallo, porque Tiberio me
pidió secreto total hasta saber la verdad sobre vuestra doctrina”.
De esta manera,
Flavio escribía las palabras del Maestro, Poncio Pilatos dictaba a
un escriba, y sin pérdida de tiempo mandaba los escritos a Tiberio,
por lo tanto ellos fueron los primeros seguidores de Iesus del
Imperio, y mucha riqueza espiritual obtuvieron del Maestro.
Mas como Herodes no
dejaba de perseguirle mediante calumnia y turbadores de multitudes,
Iesus decidió dar testimonio entre los hombres de los poderes de un
dios. Mas en vez de mostrar cólera y odio como el dios de Herodes,
demostró un amor sin límite y una sabiduría infinita. Reunió,
pues, a sus criados y les dijo que les enseñaría la medicina de la
magia. Y que cada vez que apareciere un turbador para escandalizarle,
le echarían los demonios por la fuerza del espíritu, o le curarían
sus heridas si las tuvieren, a menos que usaran de la fuerza del
cuerpo o la espada. Pero les recomendó no usar mal de ese poder,
sino enseñar a todos que no hay hombre limpio de alma que no pueda
hacer milagros.
Así que estando en
la Plaza de la Fuente, se puso a predicar entre las mujeres que
lavaban sus ropas. Y una de ellas le dijo que no había dios alguno,
ni adentro ni afuera de nadie, porque ella tenía un hijo pequeño
que era ciego, y nada había hecho de malo para que dios alguno le
castigara. Entonces el Maestro vio el sufrimiento de la mujer, y su
vacío espiritual, y se compadeció de ella. Así que se encaminó
para la casa de ella, diciéndole que su hijo vería. Y la mujer le
siguió maravillándose cuando llegaron a la casa, que estaba a unos
veinte estadios, porque una multitud de dos mil les seguía. Mas como
ella no había dicho al Maestro dónde era su casa, le dijo que eso
podía ser cosa de demonios, a lo que el Maestro respondió:
-“¿Cómo es que
creéis en el mal y no en el bien, y creéis en demonios y no creéis
en Dios, cuando Él mora en lo profundo de vuestro propio corazón, y
está más cerca de vosotros que vuestra yugular?, ¿Cómo negáis a
Dios si Él es vuestro propio aliento de vida?”
Y sin decir más
entró a la casa y tomó al niño de unos diez años, que se hallaba
en un catre, y le llevó a una botija que tenía agua. Allí le mojó
los ojos que estaban como dibujados porque nunca había visto nada, y
al terminar de hacer una oración en el silencio de su corazón, el
niño se maravilló porque era la primera vez que veía.
Así que todos
lloraron porque el espíritu de Dios en el niño había hecho ver a
los ojos que eran vanos hasta ese día. Pero como los enviados del
Sanhedrín se hallaban tan llenos de demonios en su corazón, en vez
de sentir la presencia de Dios en él, aumentaron su inquina y odio
contra el Maestro, y le acusaron entre la multitud, diciendo a viva
voz:
-“Ahí tenéis al
que dice que somos dioses, haciendo cosas de demonios, porque sólo
un demonio que hace males es quien puede quitarlos. Sólo un gran
demonio puede hacer esas cosas, y seguramente este hombre no es tal,
sino un demonio disfrazado de hombre.”
Pero casi todos los
que estaban allí habían escuchado muchas veces a Iesus hablando de
amor y no de odio, y ahora le habían visto dar vista a un ciego, así
que uno de los que allí estaban dijo al anterior:
-“Más os vale
guardar vuestra lengua, porque entre los gentiles hemos visto más
obra de caridad que entre los nuestros, y si Ieová nos manda a
someter a las Naciones de los gentiles sin hablarnos jamás de amor,
sino de adoración y temor a él, mucho me temo que hemos adorado
siempre a un demonio y no a un dios. Porque si atendéis a los frutos
del árbol, veréis que no es bueno para nosotros el que los diere
venenosos; y sí es bueno para nosotros el que los diere sanos.
Así mismo el fruto
de adorar a Ieová ha sido solamente odio y sufrimiento, queriendo
perseguir y resultando perseguidos, queriendo esclavizar y resultando
esclavos hasta de nuestros propios parientes o amigos.
Pero éste que hace
milagros de bien, ¿cómo podría ser un demonio?, ¿Acaso puede el
mal devolver la vista a un inocente que nació ciego?, ¿Acaso Ieová
ha sido visto por alguno de nosotros?, ¿Acaso quienes antes le
vieron pueden decir que devolvió vista a los ciegos como éste ha
hecho?. Sí, pariente; guardad vuestra lengua porque yo sé quien os
manda a turbar a éste que habla y hace con sabiduría. Y os digo que
ciertamente estoy fastidiado de ver tanta iniquidad en mi pueblo, y
avergonzado me siento de ser parte de él”.
Como el Maestro le
escuchara aunque estaba muy lejos, se acercó al que habló con tanta
fuerza de corazón, y le dijo que desde aquel momento, si quería,
podía acompañarle. A lo que aquel que se llamaba Iose, el de
Arimatea, respondió con temor pero determinado firmemente.
-“Seguramente
caerá sobre mí la ira de Ieová, y la ira de mis connotables,
porque soy miembro del Sanhedrín, y esto puede ser considerado como
traición. Mas sobre todas las leyes de mi pueblo, puede una que está
en mi corazón, y es que solamente me atendré a la Verdad, porque
siento que por ella vale todo sacrificio, y sin ella nada somos, y lo
poco que seamos lo olvidamos si mentimos.
Y mi pueblo ha sido
arrastrado a la mentira alejándose de los dioses boreales y del Dios
del Mundo y el Cielo, aferrándose a uno que sólo sabe mentir y
maldecir.”
Y como el hombre
llorara con profundo sentimiento y no pudiera consolarse, el Maestro
púsole una mano en el hombro y le llenó de Voluntad, para que su
espíritu no flaqueara.
-“Sois un hombre
verdadero y habéis despertado a Dios en vuestro corazón, mas que el
demonio del miedo no haga nido a su lado, porque con semejante fuerza
de alma seguramente saldréis airoso de este trance. Nadie os
perseguirá ni os molestará el Sanhedrín, si os mantenéis férreo
en vuestra razón. Difícilmente podáis cambiar los designios de ese
ato de ciegos, pero podéis hacer mucho bien a muchos de vuestro
pueblo permaneciendo entre medio de ellos. Vuestra influencia puede
salvar a muchos.
Si en verdad os
atenéis a los dictados de Dios, oyéndolo en vuestro corazón, nada
habréis de temer y la paz será siempre con vos, mas si se empeñaren
en ser ciegos, no permanezcáis entre ellos, porque no es de
inteligente desgastarse entre arpías”
Así se tranquilizó
aquel hombre valiente como pocos, ya que debió desafiar a todos los
suyos sin irse de Judea ni abandonar su sitial en el Sanhedrín. Y
por causa de su defensa de Iesus y su lucha contra Ieová, le
llamaban desde entonces Iose el Gentilhombre, pues no le querían
entre ellos por su defensa de Iesus que era Gentil, según llaman a
los no hebreos.
Otros le llamaron
“Goyim”, que significa “bestia” en el arameo que hablan los
sinitas y en la jerga del Sanhedrín. Y como este hombre tuviera
entre los suyos mucha riqueza, tenía muchos criados que le amaban
por su buen corazón. Entonces el Sanhedrín no le pudo destruir,
sino que fue quitado su título. Así que recurrió a Pilatos para
que éste le protegiera, y el Gobernador le conformó, aunque era
difícil la situación tratándose de un miembro del Sanhedrín,
porque Pilatos temía que se tratara de una estratagema de las que ya
conocía por parte de los hebreos. Mas siendo hombre sabio, preguntó
a Iose:
-“¿Qué podéis
decirme acerca de vuestro dios; qué le responderíais si os
reclamara vuestra traición”?
-“No os niego que
le temo, porque es un dios malvado e iracundo, mas quisiera apurar el
trámite y enfrentarlo, porque a pesar de mi temor estoy seguro de
que no dedicaré un segundo más de mi vida a él, sino a combatirle.
Y en verdad que no le he traicionado porque nunca le he visto. Y creo
que si le viera sólo hallaría decepción.
Pues en mi corazón
siento a un Dios muy diferente, que es tan poderoso que no necesita
someter a nadie, sino que da aliento de vida a todas las criaturas
del mundo; y si hubiere otros mundos ese mismo Dios los habría
creado y les avivaría la llama de la vida en las criaturas que les
habitaran, haciéndolas entonces hermanas nuestras, tal como somos
hermanos todos los hombres de todas las Naciones, aunque debamos
luchar por causa de Ieová en este pequeño escenario que nos parece
grande por la sola razón de nuestra ceguera espiritual. Así que
podéis estar seguro que en mi palabra no está la hipocresía de mis
parientes, que aunque mucho me avergüenzan no dejo de amarles, sino
que lucharé para libertar del yugo de Ieová a todos los que quieran
ser felices. 105Os aseguro que a pesar de mi miedo, mi corazón ha
sabido de felicidad desde el momento en que comprendí la palabra del
Esenio, a quien debo algo más caro que mi miserable vida, pues le
debo la libertad de mi alma y la plenitud de mi espíritu.”
Como dijera esto con
franqueza y fortaleza de espíritu, Pilatos le confirió el título
de Ciudadano Romano y le tomó juramento en la Plaza de las Armas,
además de administrador del almacén del Cedrón. Con ello quedaba
su vida asegurada, pues si el Sanhedrín le persiguiera violaría la
Ley de Ciudadanía.
Mas el valiente Iose
siguió manteniendo sus riquezas, porque de ellas hacían frutos
muchas familias de hebreos que eran instruidas por él mismo en la
doctrina de Iesus, que fue llamada “doctrina” por tener
“conocimiento de las tres” que son las virtudes del espíritu, y
éstas son Amor, Inteligencia y Voluntad. Así, aquellas familias
quedaban fuera del alcance de los esclavistas hebreos, que eran todos
los miembros del Sanhedrín y los cortesanos del Tetrarca Herodes.
A Herodes lo
soportaba Tiberio porque siendo aquel un hombre cruel hasta el
martirio con su propio pueblo, les tenía entretenidos en sus asuntos
y con ello el Maestro era menos perseguido. ¡Que los dioses me
enseñen tal paciencia, que yo ya no la tengo con los hebreos, que
han infectado a Roma de ideas falsas y de fornicación y de
embriaguez!
Tanta paciencia tuvo
Iesus con ellos y tan infinito amor, que con falsos motivos
conspiraban entre sus seguidores y Él les perdonaba cuanto podía.
Así intentaron enemistarle con el César y con Pilatos, que Tiberio
se vio en necesidad de dictar un decreto que decía: “Quién traiga
mensaje de injuria contra el Galileo llamado Iesus el Esenio, deberá
ser crucificado en la Vía Apia, y allí permanecerá por tres días,
y si así no muriese, se le dejará vivir pero se le cortará la
lengua”.
Y como los hebreos
no creyeran en la disciplina y compromiso de la palabra del César,
catorce de ellos sufrieron tal castigo, muriendo siete y siete
vivieron sin lengua para no poder mentir más.
Cuando en Galilea el
Maestro tuvo esta noticia, pidió al César que relevara el edicto,
mas éste no fue relevado, porque no es posible relevar un edicto
hasta que muera el Emperador. Pero Tiberio, en cambio, ordenó que
ningún hebreo saliera de judea sin permiso del Gobernador. Así se
libró Roma del acoso molesto que se hacía contra Iesus.
Tiberio, que era
hombre extremadamente sabio, ordenó el Imperio de tal manera que
pudo ausentarse por un tiempo, a fin de visitar la Judea y
encontrarse con Iesus. Y así lo hizo, con lo que su gran estima por
el Maestro, al conocerle personalmente, se transformó en Profunda
Veneración, invitándolo a Roma para que predicara entre los
ciudadanos que estaban un poco olvidados de la herencia de los
dioses, porque hacía demasiado tiempo que ninguno enseñaba a los
nuevos vástagos. Entonces el Maestro le dijo:
-“Me honráis
grandemente con vuestra invitación, pero no es el sano el que
necesita médico, sino el enfermo, y este pueblo está enfermo de
odio y lleno de demonios. Pero ahora mandaré a Claudio Venecius para
os acompañe en mi nombre, y para que enseñe la doctrina en Roma,
aunque poco trabajo tendrá entre los hombres de buena voluntad. Yo
permaneceré, si no ordenáis lo contrario, en medio de este pueblo
hasta que la hora de ir a Roma llegue por su peso, pues vuestra
presencia aquí la ratifica, y seguramente en un tiempo más os
pediré hospitalidad en vuestra casa.”
Tiberio volvió con
Claudio Pablo Venecius como Maestro, y al llegar a Roma le confirió
el título de Tribuno y Censor, lo que le permitió hacer su primera
obra, que fue la restauración del Templo de los Dioses, que estaba
algo derruido, y dijo allí un corto discurso:
-“He sido enviado
a Roma por el Maestro Iesus el Esenio, quien me ha enseñado los
secretos de la magia para que los divulgue y deje de ser secreto.
Porque solo en el conocimiento halla paz y libertad el espíritu, y
en la aplicación de la magia el mortal se libera de la ilusión y el
engaño de la muerte.
Sencillos son los
conceptos que debéis aprender o recordar, porque Tiberio ha
mantenido firme la espada romana, defendiendo la justicia entre los
hombres. Y aunque muy duras parezcan las Leyes, solo ellas aseguran
la libertad material y moral del pueblo.
Para mí que he
vivido con los hebreos, es un deleite llegar a Roma y ver la limpieza
de hábitos, el respeto entre vosotros y la disciplina y naturalidad
en todos los actos. Mas he venido a deciros que el Maestro Iesus el
Esenio, ha dictado unos mandamientos, que siendo los más antiguos
son los pilares del Imperio en sus orígenes:
“No tengáis por
Dios a otro que Aquel que sois vosotros mismos”, pues los demás
dioses son nuestros hermanos mayores pero son solamente hombres
inmortales que respetan estos mandamientos naturales. Y además:
“Amaos los unos a los otros, así como a todas las criaturas, y
amad aún a vuestros enemigos”. Porque los enemigos del mundo son
momentáneos. Mas esto no quiere decir que no debáis combatirles,
tanto a los que están fuera, conspirando e intrigando contra el
orden del Imperio, como aquellos que crecen y anidan en los
corazones.
Esos demonios del
interior del alma de cada uno, son los peores, y por causa de ellos
no somos dioses. Aquí tenéis restaurado y emprolijado el Templo de
los Dioses, no para que les adoréis, sino para que toméis ejemplo
de ellos y seáis como ellos, porque son el modelo a seguir para
llegar a la Gloria Eterna.”
Mientras que Roma
renacía en espíritu con la doctrina recuperada en todas sus partes,
el Maestro permanecía en la Judea predicando, y descansando por
tiempos en la Galilea, porque mucho era el trabajo que le daban los
hebreos, y muy pocos de ellos deseaban tomar la senda de la
inmortalidad, siendo la mayoría muy ciegos de espíritu, y esa
ceguera no pueden curar ni los dioses, porque su cura depende de la
Voluntad del Espíritu de cada uno.
Por esos días fue
que Iesus, habiendo golpeado en lo profundo del pueblo hebreo para
apartarle del demonio que había sido un dios, este demonio Ieová
vino a él en persona y le quiso engañar, haciéndose pasar por uno
de los que le habían enviado desde Paraíso del Mundo. Entonces
colocó su barco de nubes y fuego a unos cincuenta estadios de Judea,
para que fuera visto. Mas ninguno de los hebreos se atrevió a ir
donde su dios. Unos decían que era Ieová, y que debían ir a
recibirle los miembros del Sanhedrín, pero otros decían que era
alguno de los dioses amigos de Iesus. Entonces el Maestro reunió a
sus 347 discípulos y les dijo que iría a ver en persona, porque en
espíritu no podía acercarse, mas les dijo:
– “Iré a ver
quién es el que viene con tanto estruendo y señal de fuego, mas iré
solo, porque si fuesen de los míos me habrían visitado en espíritu.
Y creo que éste es el que dice ser un dios, y les ha hecho creer a
estas gentes que es el único. Si algo me ocurriese y no volviera con
vosotros, ya sabéis cuál es vuestro camino y vuestra misión.”.
Y dicho esto se fue
hacia el desierto, y cuando el Maestro avanzaba, el barco de nube
también se alejaba hacia el desierto. Y Allí, a muchos días de
camino, el Maestro se encontró con Ieová. Entonces este Satanás le
mostró sus prodigios, y quiso tentarle para que fuese su siervo
predilecto, diciéndole:
-“Podéis ver cómo
me sirven mis ángeles, y cuánto poder tengo sobre este mundo, en el
que todos están pendientes de mí, y más aún lo estarán. Si acaso
tuvierais un poco de inteligencia, sabríais que nadie puede
vulnerarme, así que si estáis conmigo, os daré gran poder para
representarme ante las Naciones, y seréis servido por todos, y hasta
tendréis potestad sobre todos los hombres del mundo, disponiendo de
sus vidas como os plazca…”
Y muchas más cosas
le prometió Ieová a Iesus, mas el Maestro le dejó hablar sin
contestarle, y entendiendo que le quería tentar, no dijo nada hasta
cuarenta días después, en que cansado de comprender cuanta maldad
había en aquel hombre, le respondió:
-“Ciertamente que
sois hombre poderoso, pues poseéis astucia y conocimientos, mas
vuestro poder es tan vano como el engaño con que lo obtenéis, pues
en vez de Vida Eterna os aseguráis la Segunda Muerte para vos y para
quienes os sigan. Y ciertamente que podéis engañar a muchos, pero
ahora sé cómo engañáis, porque para eso os he escuchado todos
estos días. Así que si me estuviese al alcance apuraros la muerte,
no dudéis que lo haría. Pero vuestra cobardía es muy grande y sé
que no os atreveríais a batiros en duelo conmigo, con igualdad de
fuerzas.”
Como Iesus le
provocara de esta manera, Ieová lanzó un rayo de su magia sobre el
espíritu del Maestro, tratando de herirle, pero Iesus tomó posición
de Odil, tal como enseñaba a sus discípulos, y nada pudo resultar
a Ieová, que mandó a sus ángeles a acompañarle al Maestro fuera
de su barco. Cuando Iesus estuvo fuera, resultó enceguecido por el
fuego que salió del barco y aturdido por un estruendo. Y al
recuperarse el barco ya no estaba, sino que estaban con él un
pequeño llamado Marcos, y su padre Nicodemo. Pues éstos le habían
seguido a poca distancia cuando salió de Judea.
Y con ellos volvió
y les contó lo acontecido entre él y Ieová. Desde entonces, más
ahínco puso el Gran Esenio en su misión divina, pues alertó a
todos los hebreos con más conocimiento de los métodos de engaño
que usaba Ieová. Entonces también fue más grande la persecución
que los sanhedritas hacían contra él, y quisieron matarle muchas
veces. Pero su espada era muy buena y su brazo muy diestro, así que
quien se le acercaba para matarle resultaba con una oreja menos, y
siempre evitaba matar a sus enemigos. Por ello Santiago que era
pescador de peces y se hizo pescador de almas y buen discípulo, le
preguntó porqué no mataba a quienes le querían matar.
-“Si os atacan
unos críos usando escarbadientes ¿los mataríais con vuestra
espada?” -dijo el Maestro, y ante la negativa de Santiago, el
Maestro agregó -“Si os atacan a hierro, pues que a hierro mueran,
mas no podéis matar cuando tenéis demasiada ventaja, porque sabéis
que no necesitáis matar a quien no puede superaros ni heriros. Mas
no dudéis que yo mataría si me viera en real peligro, porque la
propia vida es prioridad de defensa. Y tened por seguro que si matáis
a un hombre que os ataca para mataros o someteros, no haréis pecado
alguno, pues verdadero pecado es hacer hijos de la carne cuando
sabéis que debéis hacer de vosotros mismo un Hijo de Hombre, que es
un Kristos.”
En eso Petrus, que
era lerdo de entendederas le preguntó: -“Así que si viene un
hombre y me abofetea una mejilla, y me provoca a duelo, ¿Qué debo
hacer?”.
Entonces el Alto
Maestro, que halló inocencia en la pregunta, alzóse de la piedra en
que hallábase sentado, y mirando en lo profundo de sus ojos, con lo
que Petrus se estremeció, le dijo:
-“¿Acaso os
dejaríais abofetear la otra, teniendo una espada tan grande como la
mía.?”
Así que Petrus
entendió que la Ley de Dios, que es amar a todas las criaturas, no
está reñida con la Ley de los Guerreros de la Luz, pues quien mata
por odio, por odio muere, pero quien arriesga la vida, muere o mata
por Amor de Dios, amando aún a su enemigo, consigue la Vida Eterna,
aunque para ello deba volver al mundo usando otro cuerpo.
Pues es Ley del
Mundo que para alcanzar el Reino de los Kristos, habiendo nacido
mortal, debe hacerse por asalto, a fuerza de amor y de espada, y
quien no entienda esta aparente contradicción es porque en su
corazón aún anidan el odio y el temor, que son la raíz de todos
los males del mundo. Y como Iesus enseñara estas cosas con
autoridad, y sacara los demonios de dentro de quienes le provocaban,
las gentes le tenían respeto.
Muchos intentaban
perderle porque Iesus no respetaba el sábado, y en todos los días
predicaba, y aun un día sábado fue a la sinagoga y allí curó a
mucha gente de sus pestes. Entonces los herodianos y los sanhedritas
le hicieron escándalo y le acusaron públicamente de blasfemador y
de demonio. A lo que Iesus respondió:
-“Ciertamente que
hoy es sábado, y según vuestra ley por poco deberíais permanecer
en una cripta; mas yo os digo que ese es un invento de hombres y no
de Dios, porque es lícito curar y predicar todos los días, incluso
el sábado. Y si para vosotros resulta blasfemo trabajar en este día,
¿porqué venís a cumplir mandato de Herodes, de perseguirme y
escandalizarme?, ¿Acaso no estáis trabajando en vuestro veneno?”.
Y como no pudieron
contra estos argumentos, alegaron que solamente un demonio tiene
potestad sobre los demonios, y que el Maestro era el mismo Belcebú
en persona. A esto les dijo:
-“Si yo fuera
Belcebú, no sacaría demonios y les destruiría, sino que los
crearía y os llenaría de ellos. ¿Cómo puede una casa estar divida
en partidos y permanecer en pie?, ¿Puede una Nación hallarse
dividida en bandos y permanecer libre?, ¿Acaso puede el mal hacer el
bien y Dios dedicarse a hacer el mal?
De cierto os digo
que podéis escandalizar a las gentes, y muchos pecados podéis
cometer, que podrán ser perdonados hasta cierto tiempo, pero no
podrá ser perdonado quien blasfeme contra el Espíritu Santo. Y
vosotros, si no estáis conmigo, estáis contra mí, así que el que
está conmigo, que tome su boroca y su espada y me siga.
Y el que está
contra mí, que se prepare a combatir porque no le será fácil el
conato, pero si estuviere contra el Espíritu Santo, que es Dios
mismo en él, ya está por sí mismo condenado. Y si abusara del
tiempo y al morir no se hubiere arrepentido de su blasfemia, el
Espíritu Santo le abandonará para siempre, y sabrá lo que es
llorar y crujir los dientes en el Avitchi”.
Y dicho esto se
marchó hacia cerca del mar, porque allí estaban Juan y su hermano
Santiago, quienes eran pescadores y guerreros impetuosos que hablaban
con grandes voces. Y como sólo le siguieran unos doscientos desde
Jerusalén, advertidos los soldados de Herodes, le siguieron también,
con la intención de apartarle en algún momento y matarle entre
todos.
Entonces el Maestro
sintió en su corazón la conspiración, y dijo a sus discípulos que
les daría el gusto a aquellos cobardes. Así que cuando llegaron a
las colinas cercanas al mar, mandó a que todos continuaran hasta
donde estaban las barcas de Juan y Santiago, y él se quedó a
esperar a los soldados de Herodes. Mas los discípulos Andrés,
Bartolomé, Felipe, Mateo y Tadeo, temieron por la vida del Maestro y
le siguieron, permaneciendo con sus espadas listas, con el cuerpo en
tierra, apenas asomados en la colina más cercana.
Los soldados que
eran más de cincuenta, llegaron hasta Iesus, pero seguían marchando
como si no le viesen, hasta que estuvieron cerca de los Discípulos.
Así que Andrés dijo a los otros:
-“¿Cómo es
posible que no le vieran, si han pasado a diez pasos de Él?”. Pero
los otros estaban preocupados porque los soldados estaban a pocos
pasos de ellos y seguirían hasta descubrirles allí, y les tomarían
como centinelas. Entonces Iesus, que permanecía en el mismo lugar,
llamó a los soldados y les dijo:
-“Si no podéis
verme ¿cómo pensáis hacer para matarme?. Ni siquiera he
desenvainado mi espada, y aquí me tenéis, tan solo como
pretendíais:”
Así que en tropel
fueron hasta él, mas al llegar daban vueltas y más vueltas en el
lugar, habiendo dejado de verle otra vez. Así que se asustaron y
estallaron en el odio que tenían, y comenzaron a dar espadazos por
doquier, al aire. Y tanto se enceguecieron que se mataron entre ellos
quedando treinta de los cincuenta que iban. Cuando reaccionaron los
que estaban, porque el adjutor les gritó con autoridad, uno de ellos
tiró su espada y su escudo al suelo. Y a ese le siguió otro, y
finalmente los lanceros también dejaron sus lanzas y el adjutor dijo
mirando para todas partes: -“¿Cómo hemos de vencerte si no
podemos verte?, ¿realmente sois un dios o un demonio?, porque no es
posible que un hombre haga estas cosas. Entonces Iesus habló, pero
no dejó que le vieran:
-“De cierto os
digo que no soy demonio, y soy un dios como todo aquel que recibe en
sí mismo el Espíritu Santo. No podéis verme porque así es mi
voluntad ahora, pero lo peor es que estáis ciegos de alma y de
entendederas, y seguiréis así mientras obréis por mandato de
vuestro dios Ieová, y obedezcáis al sanhedrín y al cruel Tetrarca.
Y también os digo
que si alguno de los míos fuese por mi causa perseguido o muerto,
conoceréis mi espada más de cerca. Así que enterrad allí mismo
vuestros muertos, no sea que la podredumbre haga impuras vuestras
heridas. Y decidle a Herodes que no toleraré por mucho tiempo esta
persecución.”
Luego salieron al
encuentro los discípulos y acompañaron a Iesus hasta las barcas de
los pescadores, donde dieron testimonio de lo ocurrido. Así que las
gentes que habían venido de muchas aldeas vecinas sumaban como tres
mil, y todos querían tocar al Maestro para curarse sus pestes, y
ciertamente que se curaban, porque eran gentes simples que en verdad
querían un Maestro que les enseñara a ser dioses. Así que uno
preguntó a Iesus qué era la Fe y cómo podía tenerse, a lo que el
Maestro respondió con gran dulzura:
-“Buena es vuestra
pregunta porque franca es vuestra búsqueda, así que de ahora en más
no os faltará Fe, porque os lo aclararé: Es la mezcla perfecta de
Amor, de Inteligencia y de Voluntad, cuando pedís que el Espíritu
Divino os conceda cualquier cosa que no tenga que afectar a otros.
Muchos entre
vosotros, por causa de lo que enseñan los rabinos y los escribas,
creen que se trata de ser crédulos y supersticiosos. Mas debéis
tener en claro que no hay Fe posible si tenéis el corazón lleno de
temor, de odio o de deseos impuros, porque son los tres demonios
mayores, que procrean una legión de demonios menores dentro del
alma, y al igual que los demonios del vientre, se nutren de vuestra
vida, que es como repito: Amor, Inteligencia y Voluntad. Os entregáis
a los demonios y vais donde ellos os llevan, haciéndoos creer que
ellos son vosotros mismos; o les enfrentáis hasta destruir su raíz
que son el odio, el miedo y el deseo impuro“.
Como era clara la
enseñanza, pocos hacían preguntas, mas uno tenía dudas sobre los
deseos:
-“Perdonad mi
pregunta, Maestro, pero ¿es malo desear?, ¿Acaso es ilícito desear
a la mujer y que la mujer desee al hombre?. ¿Es ilícito o pecado
desear un buen manjar?
-“Los odios y los
miedos -respondió el Esenio- no pueden jamás ser buenos, mas los
deseos son de dos clases. Los hay buenos o necesarios, como son los
que nombráis, mas todo debe ser moderado, y la Conciencia, que es la
Inteligencia Divina en vosotros, siempre os dirá cuándo un deseo es
bueno y cuándo es malo. 153No es malo desear a la mujer ni que la
mujer desee al hombre, mas es malo desear la mujer de otro y para la
mujer es malo desear otro hombre que ya tenga mujer. Y es muy bueno
que los esposos jueguen con sus cuerpos y se den placer mutuamente, y
así deben hacerlo porque el alma se expresa mediante el cuerpo.
Pero también es
malo fornicar, que es echar fuera el Agua de Vida la mujer y la
simiente el varón, pues en ello arrojáis fuera del cuerpo la
Sagrada Hostia del Espíritu Santo, porque con ella debéis preparar
el cuerpo de Kristo con el que podréis nacer a la Vida Eterna,
haciéndoos Hijo del Hombre en vez de hacer hijos de la carne.
Porque si hacéis
hijos de la carne, hacéis corderos para Ieová, y luego naceréis en
condiciones peores, y siempre iréis del Devachán a la carne, y de
la carne al cementerio, y del cementerio al Kamaloka, y del Kamaloka
al Devachán, y en el Kamaloka dejaréis podrir el alma de las
emociones, y desde el Devachán deberéis volver a este mundo de
sufrimiento, y así por los siglos de los siglos, sin conocer la
Gloria del Padre, a menos que revirtáis el proceso y despertéis
vuestra alma matando sus demonios.
Y no debéis
preocuparos por mantener el Reino Humano, porque el Logos del Mundo
ha dispuesto bien las cosas, y los dioses siempre tendrán algún
hijo de la carne para perpetuar el Reino, mas los hijos de los dioses
no son mortales, y vosotros también podréis tener hijos inmortales
cuando os hayáis purificado, trasmutando la carne vuestra.
Mas quien a la hora
de ser llamado a seguir el camino de la Vida Eterna, siguiera
haciendo hijos mortales, más se alejará de la Gloria haciendo causa
común con Ieová, que aprisionó a los hombres haciéndoles cuerpos
mortales.
Por ello os digo que
estáis a favor o en contra de mi doctrina, y no es posible estar
tibio, porque los tibios están como sobre un hilo, y seguramente
caerán al abismo, y luego nacerán como micos, esos que los fenicios
creen que son animales, pero que en realidad son hombres caídos en
la imperfección.”
Luego de enseñar
aquellas cosas, subió a una barca para ir con los pescadores a la
otra orilla, donde había otra multitud esperándole desde hacía
días, así que cuando partieron, Iesus se durmió sobre unas redes.
En eso una tempestad se levantó con grandes olas, y las barcas
amenazaban hundirse, así que Petrus llamó al Maestro que no se
despertaba por el estruendo del viento y de los truenos. Y como les
viera muy asustados, se irguió y dijo al mar que se calmara, y a la
tormenta que se fuera, y tan grande era la Voluntad en su Espíritu
que todo quedó en calma. Los discípulos, aunque conocían sus
enseñanzas no entendían los hechos. Y Iesus oyó sus pensamientos y
dijo:
-“Lamento que aún
no entendáis que estas cosas que hago, vosotros también las haréis,
y haréis cosas más grandes aún, pero nada haréis si os asombráis
y maravilláis, en vez de practicar. Porque si tenéis Fe verdadera y
el corazón libre de miedos y odios, lo único que os está faltando
es practicar, practicar, practicar y sin desmayo seguir practicando.
Pues no existe
milagro para quien conoce, sino para quien cree o no cree, porque
creer y no creer son dos cosas inútiles por igual. Ninguna de las
dos se compara con el saber, siendo que el que simplemente cree,
puede creer cualquier tontería o estar equivocado; y quien no cree
estará un poco más lejos del error pero muchas veces juzgará mal
lo que no conoce.
A vosotros ya os he
explicado todo, y no lo hago en parábolas, como los escribas y los
rabinos, porque yo no busco confundiros sino aclararos para que todos
entiendan, pues a eso he venido.
Así que dedicad más
tiempo a pensar según os he enseñado, y no perdáis ocasión de
aniquilar los brotes que los demonios han dejado en vuestro
sentimiento, porque por causa de ellos es que aún no podéis decir
al mar que se calme y a la tormenta que se vaya.
Os repito que el
milagro no es más que una sensación, para aquel que desconoce la
ciencia de alguna cosa. Y recordad que aunque seáis mortales
todavía, hasta podéis resucitar a un muerto reciente, si tenéis
suficiente pureza de corazón”.
Cuando llegaron a la
orilla donde la multitud les esperaba, llegó ante el Maestro el jefe
de la sinagoga, y como Juan y Santiago le conocían, creyeron que
venía a escandalizar y le prendieron para llevarle lejos, más el
hombre lloraba y suplicaba que le dejasen suelto porque venía en paz
con ellos. Entonces le llevaron con el Maestro y le rogó que salvara
a su hija que se estaba muriendo.
Iesus le acompañó
hasta su casa y les seguían todos, así que en montón le tocaban el
pelo y le abrazaban y besaban aquellos que le conocían en persona
por primera vez. En eso el Maestro preguntó quién había tocado su
vestido, a lo que Petrus contestó con una carcajada y le dijo que
todos le estaban apretando, así que eran como quinientos. Mas una
mujer se arrodilló ante Él y le confesó que ella tenía hacía
mucho tiempo una pérdida de sangre por hemorroides, y había quedado
pobre porque había visto a todos los médicos de Judea, sin que
ninguno le curase. Y ahora sentía que por haber alcanzado siquiera a
tocar el sayal de Iesus, estaba curada, y tenía asombro porque
sentía fuerte su cuerpo. Así que el Maestro le mandó a estar en
paz, porque su Fe le había curado, ya que era mujer de corazón
limpio y amoroso.
Poco después
llegaron a la casa del rabino que se llamaba Jairo, y los parientes
que salieron a recibirle estaban de luto y con la cabeza baja, y con
sus ropas rajadas, como ellos acostumbran cuando se hallan
indignados. Mas el Esenio les quiso conformar diciéndoles que la
niña no estaba muerta, sino dormida. Y por esto, aún en el dolor,
uno de ellos dijo a Jairo:
-“¿Quién es este
que habéis traído a burlarse de nosotros? Apenas salisteis hace ya
todo un día, a esperarle en la costa, vuestra hija murió y nada
puede hacerse.”
Entonces el Maestro
tomó a la madre y al padre de la muchacha y a tres de sus
discípulos, y echaron fuera de la casa a todos los demás. Allí se
acercó donde la joven yacía, y alzando sus manos dijo con gran
dulzura de palabra y fuerza de espíritu a la muchacha, que se
levantara. Y como la muchacha se levantó y abrazó entre llantos a
sus padres, Jairo dijo:
-“Si a cambio de
lo que habéis hecho me pedís la vida, pues tomadla, y así tomad lo
que queráis de mis pertenencias, pues en los ojos de mi hija viva
está el mayor tesoro que podamos tener”.
-“Nada quiero para
mí -respondió el Gran Esenio- sino para vosotros. Atended a mi
enseñanza y dadla sin retaceos una vez practicada en vosotros. Y a
vuestros criados, que según vuestra riqueza han de ser muchos,
tratadlos igual que a vuestra hija, aunque sean extranjeros o de los
vuestros. Pues esta niña estuvo muerta porque el Espíritu Santo
estaba en ella, y no quería permanecer entre vuestras iniquidades”.
Los esposos
abrazaron a Iesus y le juraron que cambiarían sus actos y
pensamientos como ningún otro lo había hecho antes, porque
ciertamente que las iniquidades remordían sus corazones y no querían
seguir en ellas.
Enterándose de
todas estas cosas los fariseos y los doctores de la Ley, se reunieron
en Jerusalén para tramar contra el Maestro, porque estaba
convirtiendo a los propios hebreos en Kristianos, así que no se
daban por vencidos. Mientras ellos tramaban, los Discípulos salían
por los poblados enseñando a las gentes la doctrina, dando discursos
y curando enfermos, en nombre del Espíritu Santo. Así que cuando
volvieron a reunirse con Iesus, éste les dijo a Petrus, Santiago y a
Juan:
-“Buena ha sido
vuestra andanza de estos días, y los dioses que viven dentro del
mundo me han visitado en espíritu. Y como vieran que estamos
haciendo bien nuestra misión, tienen algo que decirme en persona.
Así que vosotros me acompañaréis hasta el monte de las palmeras,
donde vendrán mis hermanos, y por unos días estaremos en el Paraíso
del Mundo. Os he elegido a vosotros porque sois los más adelantados
y de más puro corazón, mas no diréis a los demás adónde vamos”.
OVNI TRANSFIGURACION
BORRAR
Así que le
acompañaron aquella noche al monte predicho, y estando muy lejos de
la vista de la ciudad se pusieron a meditar en silencio. Hasta que
cerca del amanecer, cuando los tres Discípulos se hallaban dormidos,
les despertó una luz amarilla muy potente que se posó a poco más
de un estadio de ellos. Como estaban algo asustados, Iesus les
tranquilizó, y cuando estuvieron bien, la luz se había convertido
en una enorme batea como las de moler el grano.
Allí fueron los
cuatro, y al acercarse, una luz blanca como no habían visto antes se
dejó ver por una puerta, y de ella salieron dos ángeles o dioses,
que hablaron en pensamiento con Iesus. Luego les hicieron entrar en
la batea, y desde adentro se veía todo hacia afuera, porque era
aquello una nave de dioses, y sus paredes eran como el natrón, pero
desde afuera no era posible ver hacia adentro.
Como los tres
discípulos estuvieran muy asustados, Iesus les reprendió, porque
con tales sentimientos molestaban a los recién llegados, que fueron
presentados como hermanos de Iesus en espíritu.
Entonces uno de
ellos les dijo:
-“Éste que os ha
invitado es mi hijo en el Paraíso, donde iremos ahora, y estaréis
siempre con él, así que permaneced con el corazón en paz.”
Cuatro días
estuvieron en el Paraíso, y cuando los regresaron solo dijeron a los
demás que habían estado en el Reino de los dioses, mas no dijeron
lo que vieron ni lo que supieron de ellos, porque está vedado a los
mortales entrar al Paraíso, salvo que fuere por especiales motivos
que solo ellos conocieron.
Como los fariseos y
los doctores estuvieran preparando argumentos para perderle, y
emboscadas de soldados para matarle, tres miembros del Sanhedrín que
querían ser salvos le dijeron al Maestro:
-“¿Hasta cuando
vais a estar en este territorio perverso? Estáis curándolos de sus
pestes, devolviendo la vista a los ciegos, haciéndoles sanos a los
paralíticos, y hasta resucitando a algunos muertos, y a pesar de
ello los sanhedritas y los herodianos conspiran para mataros. Y si os
quedáis más tiempo ellos se saldrán con la suya, pues son
persistentes como la lepra y venenosos como el áspid. Nada tenemos
contra vos, por eso estamos aquí. En cambio vemos que vuestra
palabra es verdadera y no queremos que os dañen esas arpías.
Más no podemos
hacer, porque si nuestros compañeros se enteraran nos arrancarían
la lengua y los ojos, y vos no podríais curarnos porque no
tendríamos ojos.”
-“Podéis quedaros
tranquilos en cuanto a mí -dijo el Esenio- porque ninguno podrá
tocarme tan siquiera un cabello si yo no lo permitiese. Ellos no
entienden que no se puede ir contra uno que tiene conciencia de Dios
y obra siendo Uno con el Espíritu Santo. Ni siquiera he debido usar
mi espada más que para cortar alguna oreja; y me iré cuando Mi
Padre en Secreto, que es el Yo Divino en Mí, me lo mande.
Mas no veo que
hacéis aún en el Sanhedrín, cuando vosotros mismos sabéis lo que
es eso y los escorpiones que allí se cuecen. Ya han quedado
suficientemente claras las cosas desde que he venido, como para que
el que me escuche decida si está conmigo o está contra mí. Los
fariseos y los traidores hipócritas caminan a mi lado creyendo que
yo no los percibo, mas se equivocan. Si les dejo estar es porque les
doy oportunidad de cambiar sus demonios por el Espíritu Santo. Pues
a cada uno corresponde aceptar que le cure los demonios o que no lo
haga, pues no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo
que el que no quiere oír.
Mas nosotros no nos
metemos donde hay arpías, en otra actitud que no sea combatirlas,
pues liberar esclavos es nuestra función. Si permanecéis bajo el
juramento del Sanhedrín os hacéis cómplices de él y traidor de
ellos al mismo tiempo, porque así lo consideraron con Iose, el de
Arimatea, y le echaron fuera sin atender su sabiduría. Así que
renegad de vuestros títulos y vivid como os corresponde según
vuestra conciencia, pues si no estáis preparados para morir o matar
en defensa de vuestra libertad y vuestra paz, no las tendréis
jamás.”
Como fueran tan
claras y sabias las palabras de Iesus, los tres renunciaron al
Sanhedrín y con ello el odio de los otros se hizo más intenso. Así
que convocaron a Saulo, apodado Iscariote, a quien habían mandado
seguir a Iesus a donde fuere, diciendo seguir su doctrina. Le
ordenaron apartar a Iesus con algún pretexto, a fin de matarle sin
que el pueblo supiera, porque toda la gente reaccionaría contra los
asesinos y quienes les mandasen, y si el Gobernador se enteraba podía
destituir a Herodes y clausurar el Sanhedrín.
A este Saulo -que
era un gran hipócrita- le costaba creer que Iesus supiera sus
pensamientos, aunque a veces era sorprendido por el Maestro que le
miraba cuando elucubraba en base a su envidia y vileza. Pero todas
sus dudas se fueron cuando el Jefe del Sanhedrín le prometió
treinta monedas de oro puro, para que hiciese con ello lo que le
plazca. Así que dijo a Iesus que en la fiesta de Pascua, ya que él
no la festejaba pero poco habría para hacer, estando casi todo el
pueblo en las celebraciones, podían ir a orar al Monte de los
Olivos, pues sabía que aquel era el lugar predilecto de Iesus. Mas
le pidió que fuesen solos, porque debía confesarle cosas que le
avergonzaba hablar ante los otros.
El Maestro le dijo
que pensaría qué hacer, y esa noche, mientras cenaban en casa de
Marcos, habló a todos los que allí estaban, que eran unas cuarenta
personas.
-“Dos noticias
tengo para daros: Una es buena y la otra es mala. Mas ninguna debe
removeros el corazón. La primera es que voy a casarme con Magdalena,
quien ha sido la mujer más valiente que he conocido, pues con ella
he de seguir mi camino, ya que la he hallado afín a mis deseos de
ascender al Reino de los Kristos cuanto antes. Como he nacido mortal,
me es menester recuperar la inmortalidad, tal como os he enseñado, y
no puede hacerlo en soledad ni el hombre ni la mujer.
Pero la otra noticia
es que el puñado de hienas que sojuzga a vuestro pueblo no duerme
sino soñando con matarme, así que ha enviado a un hipócrita a
hacer acto de traición. “
Y como todos se
escandalizaran y se miraran unos a otros, el Maestro continuó:
-“No os preocupéis
por los demás, porque así la traición se haría desconfianza y
envenenaría el alma de todos. Dejad que el traidor haga lo suyo
hasta donde yo le deje, pues basta conque lo sepa yo, ya que es tan
ruin, bien él lo sabe, y tendrá por ello su precio, que le apetece
más que la salvación de su alma. Así que comamos en paz, y no os
preocupéis por mi, que si acaso me matasen volvería a nacer en el
Paraíso donde se es inmortal.”.
Cuando esto decía
Iesus, Saulo bajó la cabeza y se revolvía en su corazón de tal
modo que todos se dieron cuenta de quién era el traidor.
Al día siguiente
Iesus debió marcharse hacia las colinas de los Úscares, donde los
discípulos habían citado a mucha gente que aún deseaba escuchar la
palabra de sabiduría, y muchos habían concurrido desde muy lejos.
Al llegar sobre el
cenit, halló que eran más de cinco mil, y se alegró de que
hubieran muchos deseosos de ser libres en espíritu. Así que estuvo
curando a los enfermos y enseñando con gran claridad la Doctrina,
hasta que se hizo muy tarde. Los discípulos estaban cansados, porque
ellos enseñaban a la par, para que todos conocieran la magia de la
runa, que es la Gimnasia con Verbo, que hace florecer el Verbo
Creador de Dios en cada uno. Así que Petrus dijo al Maestro:
-“Os recuerdo que
de carne somos, y la carne se cansa, además si no despacháis a
estas gentes, van a desfallecer de hambre, pues algunos han caminado
cinco días, y llevan dos o tres días sin comer. Y como ya se hace
la noche tendrán que ir a las aldeas de los alrededores a por
refugio y algo de comida”
Entonces el Maestro
llamó a los diez que enseñaban con él, y les indicó dejar a la
gente formada en grupos de cincuenta, tal como estaban para los
ejercicios. Entonces tomó las cestas de comida de ellos, y halló
que habían cinco panes y dos peces. Así que partió en dos trozos
un pez, para que hubiera pan y pez en cada una de las tres cestas.
Dijo a Petrus, a Juan y a Filipo:
-“Ahora dejad de
lado todo pensamiento ajeno al Poder Divino, y dejadlo actuar, así
que si os surgiera asombro, recordad que no hay más milagro que el
Amar, el Saber, y la Voluntad Divina, que está hasta en vuestro
propio aliento. Dando gracias a la Divinidad que vosotros mismos
sois, pasead entre estos hermanos y que cada uno tome cuanto quiera.”
Y como los tres
hicieran tal como el Maestro les mandó, las cestas comenzaron a
llenarse de panes y peces a medida que las gentes sacaban, y en vez
de agotarse, cada vez estaban más pesadas, así que otros debieron
ayudarles, porque sólo tres cestas habían pero no se vaciaban.
Cuando volvieron con el Maestro, los cinco mil habían comido hasta
saciarse y quedaron aún las tres cestas llenas de comida. Le
hallaron como durmiendo, recostado en una piedra, y al oír sus
murmullos les dijo:
-“Estas obras que
yo hago, vosotros también las haréis, y haréis más grandes obras
aún, pues que el Espíritu Santo, que está en todas las cosas, es
inagotable. Cuando hagáis cosas similares, será porque habéis
terminado de purificar vuestro corazón y vuestra alma; entonces el
Espíritu Santo vendrá a vosotros, y le recibiréis, mas no será el
final de vuestros días ni de vuestra misión, sino que os hallaréis
cerca de ascender al Reino de los Kristos, y vuestro será ese Reino,
el Poder y la Gloria.”
En esos días, llegó
a manos de Tiberio una carta de Adriano Galio, que era espía mandado
por él, a estudiar la situación de Judea sin el compromiso político
del Gobernador. Y decía:
“Divino César: He
pasado tres meses observando a los judíos, a los galileos, a los
esenios y a los cafarnitas, y muy especialmente a los Kristianos de
Judea, y mi conclusión es ésta: Los esenios son de nuestra raza,
aunque casi todos de ojos azules, aun aquellos que tienen pelo negro.
Todos ellos son más altos que los demás pueblos en proporción de
una cabeza de diferencia, y como ciudadanos, ciertamente que vuestro
juicio sobre ellos estaba acertado, porque son pueblo leal y digno
como ningún otro, y mucho gana el Imperio teniéndoles donde se
hallen. Aunque no han tomado territorio fijo, sus designios son
afines con los de Roma, pues respetan las leyes y jamás hallaréis
falta en ninguno de ellos.
Lamento deciros que
no ocurre igual con los judíos, los galileos y los cafarnitas, y
aunque no soy quien para sugeriros nada, me temo que si les
permitierais transitar por el Imperio harían muchos estragos y
alterarían la paz de los demás pueblos. Sé que sabéis estas
cosas, pero es mi deber confirmar la verdad tal como me lo habéis
pedido.
Entre este pueblo,
los Kristianos de Judea son la excepción, pues son varios miles que
se han rebelado contra la tiranía de Herodes y el Sanhedrín, mas
también hay falsos Kristianos, que son en verdad mandados por los
sanhedritas a escandalizar y pervertir a los verdaderos.
Como se halla ahora
dividido el pueblo, el Maestro Esenio que ha causado esta división
corre peligro de muerte, pues en los templos de los hebreos de lo
único que se habla es de cómo matarle o acusarle para que el
Gobernador le tenga enemistad. Estando con Él en sus discursos, he
comprobado que no es la excepción entre los esenios, sino que es
igualmente un ciudadano de honor, y vuestra impresión de Él ha sido
correcta.
Le he preguntado en
qué concepto tenía al César, y ha contestado: “¡Ay del mundo si
la mano del César se hiciese blanda!, porque mientras el Dios de su
corazón le siga guiando, y mientras su espada siga siendo la de la
Justicia, el mundo avanzará hacia la Gloria. Porque mientras haya
pueblos como éste y Ieová siga haciendo de las suyas, no es posible
dejar de velar atentamente. Y como dijera esto ante más de mil
personas, su compromiso es grande, así que no dudo de que sea así
su pensamiento. He hallado en la enseñanza de Iesus, que llaman
Doctrina, la misma sabiduría que en vuestros principios; si
predicara en Roma, nuestro amado pueblo se vería beneficiado. Pero
eso corresponde a vuestro sabio juicio y decisión. ¡Ave, César!.
Escrito por Adriano Galio en Judea, en el mes de Juno del año XIV
Tiberiano, y DCCLXXXIII Romano.”
Y como en Judea las
persecuciones contra los Kristianos continuaron dividiendo al pueblo,
un saduceo llamado Canaán de Betsaida fue ante Pilatos, acompañado
por cinco mujeres, y dijo al Gobernador:
-“He venido a
pediros ingerencia en este asunto de mi pueblo, que por causa del
Esenio Iesus, se halla enemistado entre sí, y los hermanos ya no son
hermanos, ni los padres son padres de sus hijos, sino enemigos. Estas
mujeres que lloran aquí, han perdido a sus maridos, no porque hayan
muerto, sino porque han marchado de sus casas y les han abandonado. Y
todo porque ellas no comparten la Doctrina. Si es verdadero vuestro
poder y justo vuestro juicio, ¿No halláis conveniente crucificar a
Iesus, puesto que él ha causado más muertes que los zelotes? Allí
tenéis prisionero a Barrabás, y a Menelíades, y a Bartolomé el
Nubio, mientras el esenio anda revolviendo al pueblo y provocando
desórdenes. ¿Acaso no estáis para imponer la paz?.”
Como Pilatos se
viera acosado todos los días por situaciones como ésta, dijo a
Canaán:
-“No discutiré
con vos cuáles son mis obligaciones, ni permitiré que me las
recordéis, así como no os toleraré que digáis lo que debo hacer.
Mas os digo que no os halláis divididos por la Doctrina del Maestro,
sino por causa de vuestras propias iniquidades. Antes de caer la
noche el Maestro ha de estar a mi mesa, así que volved a esa hora y
Él terminará de responderos”.
Sabiendo de esta
cita de Iesus, el saduceo convocó a los sanhedritas y a los
herodianos para proponerles una idea, así que comenzaron muchas
corridas en la ciudad, y avanzada la tarde, los conspiradores habían
reunido a unos dos mil parientes y a todos los que estaban en
persecución del Maestro. Fueron donde el Gobernador, y allí los
soldados debieron contenerles, porque a viva voz reclamaban a Pilatos
entre ellos. Cuando Pilatos fue avisado, Iesus, se hallaba con él y
le dijo:
-“Sé que han
venido por mi causa, y por mi causa deberéis hacer juicio, mas os
ruego dejar de lado nuestra amistad, para que vuestro pensamiento sea
justo. Dejad que vuestra autoridad sea la que se os da de arriba, es
decir la del Dios de vuestro corazón, que es más grande que la de
vuestro investimento.”
-“No os preocupéis
por el compromiso -díjole Pilatos- porque yo sé muy bien lo que
esta chusma quiere; y vuestra Doctrina, ciertamente que no es
pacífica, mas no contradice la Ley que yo represento. Si predicaseis
en Roma, seguramente no produciría división, sino más unión aún,
porque si este pueblo es divisible, es porque lo merece.”
Como insistieran los
de afuera, Pilatos les mandó a la Plaza de la Armas, porque allí
hablaría con todos. Entonces Iesus no consideró oportuno dejar solo
a Pilatos, ya que iban contra Él. Cuando estuvieron ambos en el
estrado de la Plaza, uno de los sanhedritas mandó a callar a todos y
habló.
-“Por ese que os
acompaña estamos aquí, y bien sabéis que anda perturbando a
nuestro pueblo desde tres años há, así que como es nacido en
Galilea, según nos lo dijeron algunos de sus parientes, antes que la
justicia romana, le corresponde la justicia de nuestro Rey, quien le
ha condenado a muerte por causa de blasfemia contra nuestro Dios
Ieová. Este esenio dice ser un dios y que los dioses son inmortales,
así que si le crucificáis, tal como ha hecho Tiberio con algunos
enviados de nuestro Rey, seguramente no morirá. Y si muere se habrá
comprobado su blasfemia. Mas si le dejáis libre, estaréis contra
Roma y contra la paz de nuestro pueblo.”
-“Nada injusto ha
cometido este hombre -dijo Pilatos- así que no entiendo vuestros
argumentos. Y si bien nació en Galilea, sabéis que los ciudadanos
romanos no son tales por nacer en Roma, sino por ser leales al
Imperio. Y éste no solo es leal a Roma, sino que es hombre por demás
justo y tolerante. Le dejaremos al esenio que diga lo suyo, porque no
es justo que no se defienda.”
Así que el Maestro
se adelantó unos pasos y dijo a los conspiradores:
-“Desde que he
venido a vosotros, he tratado de que comprendáis que no sois un
pueblo sano de espíritu, así que podéis arrancar de vuestro
corazón ese demonio de odios, porque es la causa de todos vuestros
males y de todas vuestras miserias. Os he demostrado que el Dios del
cual os hablo nada tiene que ver con el que adoráis, porque el Dios
Creador del Mundo y de todas las infinitas moradas que hay en cielo,
es ciertamente Dios de Amor y no de Odio, y nunca puede estar
iracundo ni maldecir a sus criaturas.
Y si ahora estáis
divididos, en buena hora que así sea, pues yo no he venido a traeros
pan ni paz, sino que he venido a separar el trigo de la cizaña,
aunque ello obligue a sembrar sangre y espada, separando a los
hermanos de sus hermanos, a los padres de sus hijos y a las mujeres
de sus esposos, pues no puede convivir el de corazón sano con el de
corazón impuro, porque así es como los limpios de corazón son
esclavos de los hipócritas y de los codiciosos.
¿Acaso no estabais
ya divididos en castas, según riquezas de este mundo, habiendo pocos
ricos en posesiones y muchos esclavos y carentes hasta de comida?.
De cierto os digo
que mucho os ha tolerado Roma y todos los pueblos, y si seguís en
vuestra ceguera y porfía, llegará el día en que la paciencia se
agotará y tendréis ejércitos rodeando vuestras ciudades, y no
quedará piedra sobre piedra en ellas, porque infundiréis la ira en
todas las Naciones. Así que no me culpéis de vuestros demonios, mas
despertad de vuestra infamia.”
Entonces la multitud
que seguía sorda y ciega a la razón, y que actuaba mediante señales
para obrar a un tiempo, comenzó a insultar a Pilatos y al Maestro,
sabiendo que la centuria no era suficiente para reprimirlos. Entonces
el Gobernador levantó sus manos y esperó a que callaran y dijo:
-“Mañana habré
tomado una decisión, y podéis concurrir aquí a esta misma hora.
Así que id a vuestras casa y preparaos para vuestra celebración de
Pascuas, que yo meditaré qué es justo.”
Y como no hallaran
respuestas inmediatas, comenzaron a irse apesadumbrados. Entonces
entrando en el Palacio Pilatos y Iesus, el Maestro dijo:
-“Entiendo cuál
es vuestro deseo, aunque no queréis decirlo; mas no os preocupéis,
porque aunque deba alejarme, se que más no podré hacer con este
pueblo tan ciego y pecador.”
Así que mandó el
Maestro a convocar a todos sus fieles más cercanos, que eran como
quinientos, para que le esperasen en el huerto de Getsemaní, que era
propiedad de Iose, el de Arimatea, donde solían reunirse en secreto
unos pocos. Pero Pilatos le rogó que los invitara al Palacio, pues
había de mandar a preparar comida para los que fuere necesario
atender. Y como Iesus aceptara, se reunieron allí los Kristianos que
se hallaban en la ciudad. Entonces durante la cena, el Maestro eligió
a setenta y dos de ellos, para que continuaran en la región con la
campaña de enseñanza, y les dijo que se ausentaría, porque si
permanecía allí, peligraría toda la misión, y dijo:
-“Muchos de
vosotros serán perseguidos, prendidos o muertos, mas ahora estáis
preparados para combatir el mal, porque lo habéis desterrado de
vuestros corazones. He tenido sobradas pruebas de vuestra valentía,
y de que habéis vencido el miedo a la muerte. Sé que entre los
soldados de Roma y vosotros no hay diferencia, y que bien podéis
enrolaros con ellos, mas os recomiendo que si no se os convoca para
tal servicio, dedicad todo vuestro esfuerzo para divulgar la
enseñanza que habéis recibido.
Pilatos ha designado
diez instructores para que os terminen de formar en el uso de la
espada y en el arte de la guerra, porque a causa de la Doctrina, el
enemigo está más atento que nunca.
Mas os recuerdo cuál
es el enemigo más peligroso: No es Ieová, ni los soldados de
Herodes, ni los asesinos que el Sanhedrín ha mandado a emboscarnos
cuando tuvieren oportunidad. El mayor enemigo es vuestro Miedo,
vuestro Odio, y vuestros Deseos Carnales, representados en el
triángulo de la Estrella hebrea, enredando al otro triángulo, que
es la Doctrina del Amor, de la Inteligencia y de la Voluntad.
Si termináis de
vencer adentro de vosotros, no importan los enemigos de afuera,
porque os guiará el Espíritu Santo para que les derrotéis con
justicia.
Entrad en todos los
pueblos y permaneced donde seáis bien recibidos y escuchados. Mas
donde no hubieren oídos atentos no permanezcáis ni una sola hora,
porque no podéis intentar que el cerdo coma perlas. Y como ésta es
la última cena que compartiremos, bebed y comed estos vinos y
manjares, pero no olvidéis jamás alimentar el cuerpo de Kristos que
mora en el cielo de vuestra alma. Porque vuestra simiente es el pan
del Espíritu Santo.
Y a vos, Flavio
Marcelius, que habéis tomado nota de la enseñanza, os encargo hacer
copias para que cada uno lleve y recuerde todo, sin cambiar ni una
letra, porque vendrá un tiempo en que por causa de persecución se
olvidarán muchas cosas. Y será bueno que la escritura quede a buen
cuidado, pues habrán de venir falsos profetas que en nombre de
Ieová, adulterarán los escritos de los escribas hebreos. Si hasta
ahora no han cesado de engañar y calumniar, es de esperar que sigan
haciéndolo.”
Antes que todos se
fueran, siendo ya muy tarde, el Maestro eligió a diez entre los
presentes, los cuales eran Petrus el Númida, Bartolomé de Betsaida,
Mateus Vespasiano, Lucas Galbano, Santiago y Juan Zebedeo, que eran
hermanos, Adriano Galio, Santiago Alfeo, Simónides Lucio y Filipo de
Úscares. A ellos les hizo prepararse para un largo viaje, pues irían
hasta el puerto romano para embarcarse hacia la Galia, donde un barco
de almacén debía llevar un cargamento de sal.
Antes del amanecer,
los once hombres y las mujeres de siete de ellos, más la esposa de
Iesus que era de nombre María de Magdala, recibieron provisiones y
los salvoconductos de Pilatos, y fueron hacia el Puerto de los
Mineros, escoltados por cincuenta soldados, porque algunas tropas de
Herodes merodeaban siempre los caminos, a fin de emboscar al Maestro
y matarle.
Cuando se hizo la
tarde de aquel día, los que pedían a Pilatos que mandase a
crucificar a Iesus, habíanse congregado en la Plaza de las Armas, y
reclamaron a Pilatos que mandase a crucificarle inmediatamente o se
lo entregaran a ellos para llevarle ante Herodes. Como éstos eran el
doble en cantidad, pues durante todo un día habían preparado la
revuelta, y Pilatos había previsto la situación, la centuria de
Cafarnaúm y la de Úscares habían reforzado la guardia.
Esto no amedrentó a
los revoltosos, pero los contuvo sin que pudieran entrar al Palacio.
Entonces Poncio Pilatos les dijo en la plaza: “Habéis venido en
busca de mi decisión, mas no puedo dárosla de modo alguno, porque
el Hombre que buscáis ya no está entre nosotros, pues se ha ido al
otro lado del mundo a predicar lo que vosotros habéis rechazado.
Como aquí veis, me lavo las manos como juramento de que el Maestro
Esenio no está en Jerusalén, y me ha dicho que no volverá a
predicar entre vosotros, así que idos en paz y celebrad vuestras
Santas Pascuas.”
Y como se viesen
burlados los sanhedritas, que habían preparado enormes argumentos
para prender al Maestro, mandaron mediante señales preparadas, a que
todos insulten al Gobernador, y éste debió reprimir el avance de
los revoltosos, quedando muchos de ellos heridos. Ese mismo día,
como represalia, mandó a ejecutar sumariamente a los prisioneros
zelotes, y les hizo crucificar en el monte de la cal, para que
ninguno más intentara sedición contra Roma.
Así que el Maestro
estuvo un mes después en la Galia, donde muchos ya le conocían
porque algunos soldados que estaban allí en servicio, y los mineros
que viajaban entre la Galia y el Mar Muerto, habían sabido de la
Doctrina. Así que tuvo mucha alegría de que le recibieran y
quisieran escucharle y preguntarle cosas, y muchos se hicieron
Kristianos en aquellos días.
Mas como hubiera
muchos hebreos dispersos por todo el Imperio, también los había en
la Galia, así que no tuvo plena paz el Maestro. En esos días los
zelotes habían soliviantado a muchos pueblos de Galilea y un grupo
de saduceos escapó de la región en razón de la represión que tuvo
que hacer Pilatos. Y cuando desembarcaron en la Iberia, con un
trirreme que robaron a los mineros, dieron a los hebreos que allí
vivían, la noticia de que el Maestro era condenado a muerte por
Herodes, y que el Tetrarca había ofrecido gran recompensa por su
cabeza.
También esparcieron
la noticia de que muchos Kristianos estaban prisioneros en las celdas
del Palacio de Herodes, y que les tenía de señuelo para que fuera
por ellos el Maestro Iesus. Así que enterándose de ello, Iesus
apuró su encuentro con Tiberio, para pedirle ayuda, porque tenía
intenciones de volver a Judea a rescatar a sus discípulos.
En eso, Tiberio
debió comunicarle la noticia reciente, de que hacía ya un mes, su
hermano mayor Juan, el que le había uncido con agua para despertar
en el Maestro el Espíritu Santo, había sido apresado por Herodes, y
a pedido de su mujer había sido decapitado. Y como hubiera grande
revuelta contra Roma, y fuera atacado el Palacio del Gobernador,
Poncio Pilatos debió retirarse al Puerto de los Mineros.
Allí se apertrechó
y recibió refuerzos de la Legión de Plinio Casio, entonces sitió
todas las ciudades de la Provincia, mas no pudo rescatar con vida a
ninguno de los Kristianos, pues el Sanhedrín los mandó a
crucificar. Volviendo Poncio a Judea, halló muchos crucificados con
carteles que decían “Esto ha hecho el Rey de los Judíos, por
causa de Iesus el Kristiano”, así que restaurado el orden, algunos
que siendo Kristianos habían pasado desapercibidos de Herodes,
pidieron a Pilatos salvoconductos para irse donde les mandase,
siempre que sea lejos de su pueblo.
Mas Pilatos les
dijo:
-“Me pedís que os
mande fuera de donde es vuestra casa y vuestra Patria, más si sois
verdaderos Kristianos, sabéis que el Maestro no se fue de aquí
huyendo sino para continuar su lucha, habiendo hecho aquí lo que le
fue posible. Así que os corresponde quedaros y combatir con el
espíritu contra la ignorancia de vuestros parientes. Sabéis que los
zelotes son el único brazo armado del Sanhedrín, porque he
clausurado la guardia de Herodes. Así que a lo sumo, puedo
complaceros enrolándoos en el ejército, para que estéis bajo la
Ley de Ciudadanía. Así podréis luchar y combatir contra vuestros
tiranos”.
Era difícil la
situación de Pilatos, porque sabía que si no les complacía, serían
perseguidos o volverían contra Roma, y si les enrolaba corría el
riesgo de que los falsarios y traidores que decían ser Kristianos,
tuviesen injerencia en el ejército. Optó por esta última
alternativa, pues si les enviaba a otro lugar del Imperio, no podría
vigilarles, y no estarían sujetos a la Ley de Ciudadanía ni al
reglamento militar. Por esta causa, muchos hebreos lograron formar
entre las filas nuestras y hasta ahora hay traidores difíciles de
descubrir, que siendo hebreos, tuercen los designios de Roma.
En la Galia, los
Kristianos se reunieron con Iesus nuevamente, y le expusieron su
preocupación porque les hostigaban los hebreos que vivían allí;
les perseguían y mataban en cuanto tenían oportunidad, porque
sabían que si bien Roma era un freno a los planes de Ieová, la
Doctrina de Iesus era la destrucción de la esclavitud espiritual y
material que Ieová quiere imponer a todas las Naciones mediante su
adoración exclusiva.
Así fue como en el
mes de Martius del año Romano DCCLXXXVII, los setecientos Kristianos
armados de la Galia, con Iesus al frente, tuvieron su primer batalla
contra mil doscientos hebreos que habíanse reunido en el norte de la
Iberia, y avanzaban decididos a terminar definitivamente con quien
mencionara siquiera el nombre de Iesus, de los Kristos o de la
Doctrina.
Mas los designios de
los dioses no eran de abandonar a quienes tuvieran fuerza de
espíritu, así que en cuatro horas de batalla, cuarenta y cinco
Kristianos murieron y de los mil doscientos hebreos, ninguno quedó
para sembrar cizaña en el mundo.
Cuando llegó la
centuria de Emilio Prasius, enterada del asunto por un niño galo
llamado Fredex, los Kristianos estaban enterrando todos los
cadáveres, para que no hubiese peste.
Y luego hicieron
oración y meditación, porque la furia del combate siempre es grande
y el espíritu se revuelve alimentando el odio. Así que el Maestro,
que había combatido como por cincuenta dijo:
-“Inmenso ha sido
vuestro coraje y loable vuestro ánimo, pues no les veo tristes ni
apesadumbrados, pero así debe ser siempre, aun si hubiésemos sido
derrotados.
Es la primera vez
que debo usar mi Graal con total severidad, y no me ha sido posible
perdonar las vidas de nuestros enemigos, pues ellos también han
tenido gran valor, aunque hayan combatido sin saber realmente quien
les manda.
Por ello, mi
espíritu se ha turbado y es necesario orar mucho, para que la furia
no aleje al Espíritu Santo, no sea que el odio anide en nuestros
corazones.
Para ello
repetiremos, más con el entendimiento que con la lengua esta
oración:
[Padre Absoluto, que
estáis en Nosotros, Purificado sea en Vuestro Nombre nuestro
sentimiento, y que nuestro Amor sea tan inmenso que llegue a todas
las tierras y a todos los cielos. Que se haga nuestra Vuestra Divina
Voluntad, en la Espada que empuñamos, en el pan que amasamos y en el
surco que abrimos. Redime nuestros pecados con la Luz de Vuestra
Eterna Conciencia, y dadnos comprensión para con nuestros enemigos.
Estad en Nosotros y en los Otros para que todos alcancemos la Luz, el
Poder y la Gloria.]
Y todos repetían en
murmullo, porque no eran palabras de oración como los que vociferan
en los Templos, sino pensamientos de oración para hallarse consigo
mismos.
Como grande fuera el
cansancio y la noche estuviera cerca, Iesus mandó a llamar a algunos
de los hombres más fuertes, y les hizo tomar las cinco cestas de
comida, que ya estaban vacías, y dos odres de vino que apenas tenían
unas gotas. Luego mandó a unas mujeres, que estaban a la
retaguardia, que le trajeran alguna fruta que hallaran en los campos
cercanos, mas les recomendó que fueran variadas sin que fuera
menester traer muchas. Entonces algunos pensaron que eso era injusto,
porque todos tenían hambre y fatiga. Y como así se lo dijeran, el
Maestro respondió:
-“¿Pensáis acaso
que el Espíritu Santo que se halla en nosotros sería injusto? Id a
pedir algunos odres a los soldados de Emilio, porque abundará el
vino, mas somos muchos, y están secas todas las gargantas.”
Los hombres no
entendieron las palabras del Maestro, mas sus discípulos ya habían
visto la creación de panes y peces venidos del Espíritu Santo, así
que calmaron a los confundidos, y fueron a pedir odres a los
soldados. Pero como no tuvieran odres vacíos, el que se llamaba
Petrus, les dijo:
-“Dadme igual
vuestros odres, que os lo devolveré llenos, mas será con vino del
Espíritu Santo.”
Y como no creyeron
ni entendieron lo que Petrus decía, apuraron sus libaciones y le
dieron vacíos los odres. Al volver donde el Maestro, encontraron que
las mujeres habían regresado trayendo vasijas con miel, uvas secas,
peras y manzanas. Pero una de ellas traía diez odres recién hechos
por un artesano, para que pudieran beber agua del río, así que
Iesus tomó los odres usados y haciendo oración que ninguno
entendió, éstos quedaron llenos con el mismo tipo de vino que
tenían. Luego tomó los odres nuevos, e hizo nuevamente oración,
así que éstos se llenaron de un vino diferente.
Mandó a los
Discípulos a devolver los odres de los soldados, y éste así lo
hizo. Aún estando entre la tropa, aquellos notaron que todos bebían
pero el vino no se acababa. Así que uno que era escriba de milicia,
porque era hombre muy veraz, anotó esto en el parte, pues durante
muchos días los odres manaron vino de tal modo, que todos se
hartaron de beberlo.
Mas como fuesen a
preguntar al Maestro qué milagro era aquél, los Kristianos le
convidaron el vino de los odres nuevos, hallándolo mucho mejor,
porque de él podía beberse cuanto se quisiera, sin embriagarse
nunca. Y preguntaron al Maestro porqué no les había hecho vino como
aquél, a lo que Iesus respondió:
-“Es cualidad del
Espíritu Santo la precipitación al mundo de aquellas cosas que se
pidan, según su clase. Si pedís uvas, y tenéis una en la mano, el
Espíritu Santo no os ha de dar manzanas; así que estando los odres
con vino viejo, de esa clase el Espíritu Santo puede dar, mas en los
odres nuevos, el Espíritu Santo puede hacer un vino nuevo. Así es
como ocurre con las personas. Si uno muere, es Ley del Espíritu
Santo que pasado cierto tiempo no puede ser resucitado el cuerpo,
porque se haría mala mezcla. Así el Espíritu encarna en nuevo
cuerpo.
Mas si éste se le
pudriese o se pervirtiese, el Espíritu le desecharía. Así que si
os interesa la Doctrina, sabed que debéis renovaros, porque ahora
sois como esos odres viejos. Mas si os transformáis en dioses
echando fuera vuestros demonios de odio, burla y envidia, seréis
como odres nuevos donde el Espíritu Santo hará su mejor obra.”
Y como hallaran
buena y clara la comparación, los maravillados soldados se hicieron
Kristianos, y como Iesus, el que ahora es un Kristo, fuera un
Guerrero como ninguno, los soldados le tenían en gran respeto.
Aquella noche todos los Kristianos y la centuria de Emilio Prasius
bebieron vino y comieron frutas con miel hasta saciarse, y las cestas
y odres quedaron llenas para el día siguiente. Mas los odres de vino
manaron por varios días, y tal cosa fue avalada de oficio por el
Tribuno Militar Bruno Atilio y los centuriones de su legión.
En una oportunidad
uno le preguntó si así como resucitaba muertos y curaba a los
ciegos y a los apestados, no podía hacer de tal modo que no fuese
necesario combatir a los malhechores, sino que en cambio, se hiciesen
puros, a lo que el Maestro respondió:
-“La Perfección
que el Padre Absoluto Es, se halla en todas las cosas, y tal
Perfección no sería si la criatura no fuese libre para
experimentarla y conocerla. De modo que el que tiene ojos puede ver,
y el que tiene oídos puede oír, así como el que tiene entendederas
puede entender. Y si el que ve, aun viendo y entendiendo, no acepta
en sí mismo al Espíritu Santo que es Dios mismo en cada uno, pues
Éste le quitará el aliento de vida.
Porque a diferencia
del vino, el Ego del Hombre es Dios manifestado con todos sus
atributos y hecho cuerpo, y parte del cuerpo es el alma de los
sentimientos. Así que si su cuerpo de sentimientos se pudre, el
Espíritu Santo se deshará de él de un modo u otro.
Mas no tenéis
derecho a dar muerte a un hombre mientras aquel no pretenda
someteros, así que si matáis el cuerpo de un esclavista, solo
habréis liberado al Espíritu Santo en él. En cambio si mataseis
con odio, vuestro odio os perdería aunque matáseis al peor de los
hombres.
Y si mataseis a un
justo, su sangre clamaría desde la tierra, y el Espíritu Santo que
es Uno y en cada uno, os lo reclamaría desde el cielo de vuestro
propio corazón.”
Hacía mucho tiempo
que los dioses no visitaban a los hombres mortales, por causa de que
el satanás Ieová les había hecho cómplices de su locura, pues
casi todos los hombres disputan por Poder sobre otros en vez de
recordar las recomendaciones de los dioses, de dominarse a si mismos.
Mas el Maestro Iesus
fue muy valeroso en venir a lidiar entre nosotros para hacernos
salvos. Pero no dejó de recomendar que no esperásemos salvación
alguna, porque el que espera se atiene a una Voluntad ajena, en vez
de hacer surgir la Voluntad de Dios en él mismo, tal como es la Ley
de la Vida.
Esto lo explicó el
Maestro cuando fue invitado por Tiberio a que enseñe la Doctrina
entre los Jefes de las milicias y los administradores de almacenes,
así como a los maestros de las escuelas, porque ellos serían los
mejores educadores de todos los demás.
Y era muy importante
hacerlo, porque muchos se hallaban confundidos a causa de que ya no
creían en la enseñanza de los dioses, puesto que no les veían
desde hacía muchos siglos.
Y como Iesus era un
dios que ya se estaba haciendo inmortal nuevamente, habiendo nacido
de la carne mortal, nadie podía enseñar mejor a los que debían
conducir a los pueblos. Así se reunió en el foro con diez mil
hombres venidos de todas partes del Imperio, y durante muchos días
explicó todas las cosas del Espíritu Santo, dejándonos a buen
cuidado y para ser divulgada, la Tabula Máxima Hiperbórea, pues es
sabiduría de dioses.
Durante todo el
tiempo que el Maestro estuvo en Roma, los hebreos intentaron
convencer al pueblo que Tiberio era el mandadero de Iesus, y que
Iesus era quien realmente gobernaba. Mas ésta fue una de las tantas
calumnias que se hicieron.
Como Tiberio no era
afecto a los grandes espectáculos, y no permitía vicios en el
pueblo, las gentes de mal vivir le hicieron muchas conspiraciones.
Y como fueran
entrados en el ejército muchos hebreos que negaban serlo, uno que
había alcanzado a ser Pretor, llamado Elías Macrón, aprovechó una
noche en que Tiberio se hallaba muy dormido y le estranguló.
Pero como Iesus
sintiera en su corazón el asesinato, y Tiberio estuviera con Él en
espíritu esa misma noche, el Maestro envió una carta desde
Cachemira, que he copiado de puño para que quede constancia junto a
esta parte de mis memorias:
“Al Nuevo
Emperador Cayo César, que al recibir ésta llevaréis muchos meses
de desvelos por causa de los enemigos de Roma, os doy mi salutación
como Guerrero de la Luz, y os advierto que el veneno de Ieová ha
entrado en vuestro Palacio vestido como greco, como egipcio, como
romano y hasta como soldado de Roma. Si os devanáis las entendederas
en campañas exteriores, perderéis un tiempo precioso, pues nada hay
más urgente ni más difícil que echar los demonios de un cuerpo.
Así que expulsar de Roma a los adoradores de Ieová debiera ser
vuestra total prioridad. Sabéis que no cesan contra vos las
calumnias y las conspiraciones, así que con mi más profundo
respeto, os aconsejo endurecer vuestra mano con los enemigos y usar
el máximo de la Inteligencia del Divino Espíritu, pues si el
enemigo logra su objetivo de destruir el Imperio, el mundo entero se
estremecerá, y tendrá muchos siglos de padecimientos, y los hombres
habrán de convertirse en ciegos de alma, y lo habitarán millones de
ovejas en cuerpos de hombre. Si Roma es abatida, como intentan desde
hace seis siglos, la estrella del mal someterá al mundo aunque pasen
veinte siglos. Vuestra divina tarea como César va mucho más allá
de lo que vuestro pensar pueda prever, mas os digo que no hay en
estos momentos en el mundo, hombre alguno con responsabilidad más
alta que la vuestra. Hasta los dioses de Paraíso se hallan
preocupados por el desarrollo de esta Gran Batalla, y mientras la
mayoría de los mortales se hallen sin conocerla, el enemigo será
muy poderoso. Se que muchas veces vuestro espíritu desfallece ante
la falsía y la ceguera de los hombres, mas sabed que vuestro
antecesor ha estado recientemente conmigo, pues en espíritu nos
hemos encontrado, y volverá a nacer en Roma para seguir luchando,
aunque no recordará quién ha sido. Mas tened como lumbrera la
enseñanza que os he dejado, y haya tanta paz en vuestro corazón,
como fuerza en Vuestra Espada, pues ésa que sólo el César de Roma
hereda y empuña, es el Graal que me legaran los Maestros Amarillos,
hecha con hierro de la Estrella de Venus. Tiene mil batallas fuera de
este mundo y tres batallas en éste, así que significa el Combate
que ha trascendido la frontera del Mundo. Hoy es Roma el único
centro de Luz para los mortales de esta parte del mundo. Y os cabe el
más alto de los deberes. ¡Que la Divina Luz, el Divino Amor y el
Divino Poder en cada hombre, restablezcan la Vida Eterna en el
Mundo!”
La Espada Graal que
he heredado, ciertamente está llena del espíritu de muchos
Guerreros de la Luz, más Cayo César no supo ser suficientemente
fuerte, y creyó que tratando bien a los hebreos y haciéndoles parte
grata en elImperio, les calmaría la soberbia y la costumbre de
conspirar.
Mas fue calumniado
con más odio que a Tiberio; y como un criado cafarnita llamado David
Ireneo, a quien Cayo le tenía gran afecto, le asesinó por orden del
jefe secreto de los hebreos, entonces mi padrastro Claudio mandó ese
mismo día a que sean crucificados todos los hebreos conocidos como
tales. Así que cerca de mil enemigos de Roma fueron ejecutados aquí,
y otros mil en diferentes partes del Imperio.
Y aunque se les hizo
matar rápido para que no sufrieran y sepultar para que no se
produjera peste, muchos hebreos se fueron a su Patria. Entonces Roma
descansó por unos años. Saulo el Iscariote que se hacía llamar el
de Tarso, se salvó porque pudo escapar a Judea, después de
perseguir al Maestro como ningún otro hombre a osado jamás
perseguir a alguien. Disfrazado hasta de mujer, con falsos nombres,
falsos talentos y hasta con ropas de un soldado asesinado por él,
hostigó, calumnió y trató de emboscar para asesinar a Iesus. Se
hizo pasar por Kristiano fácilmente durante varios años, porque
conocía muy bien la doctrina, sin sentirla de corazón. Cuando el
Maestro anunció su viaje hacia Cachemira, por fin Saulo pareció
respirar tranquilo, pero envió una carta al veedor sahnedrita de
Oreneto, diciendo que había conseguido mediante intrigas que le
crucificaran. Pero sus jefes se enteraron que el Maestro había
desembarcado en Telnetania, para seguir su camino hacia Cachemira,
así que el doble traidor Saulo Iscariote, el de Tarso, que ya era
conocido por ser un judas, fue ahorcado por los sanhedritas en el
patíbulo del Cedrón, en el ritual de kej-levgrur, que es morir
ahorcado como un perro.
Pero a los otros les
faltó escarmiento en Roma y siguieron apareciendo entre nosotros con
falsos nombres, falsos talentos y falsas ropas y asesinaron a mi
amado antecesor, y si no me han culpado a mí, es porque todo el
pueblo sabe que me hallaba en la Britania haciendo mis primeras
construcciones. Hace unos meses los hebreos incendiaron la gran
biblioteca y se quemaron muchas casas, pero aunque estaba en Anzio,
me han culpado a mi.
Pero es peor mi
situación y me siento como entre una espada y una pared, pues como
no fuera hallado el traidor que asesinó a Cayo César, han culpado a
mi madre, que está vieja y en Egipto. He tenido mucha tolerancia
hasta ahora, y el pueblo ha sido muy engañado por la habilidad de
palabra de algunos enemigos que ocupan cargos hasta en las ayuntías
de la administración, intentando convertir nuestra economía con
valores de reemplazo a los sestercios y Talentos, mientras que en
Judea las cosas van de mal en peor, con conspiraciones constantes.
He mandado a que los
animales del circo sean reemplazados por los hebreos, y que luchen de
igual a igual a vida o muerte contra los gladiadores. Mas algunos de
ellos gritan ser Kristianos y buenas personas, y por eso el pueblo,
que poco se quiere ocupar de los asuntos importantes, no se da cuenta
de cuán difícil es la situación.
Así las cosas,
hallo gran sabiduría en el Espíritu Santo, y si logran asesinarme a
mí también, espero que mis sucesores sean más sabios y poderosos,
porque yo, que en realidad sólo quisiera dedicarme al arte y a los
viajes, tuve días en que me hallé cansado.
Mas desde que he
recibido la noticia de que el Maestro Iesus ha sido Ascendido al
Reino de los Kristos, he retomado la Fe, pues mis enviados trajeron
de Cachemira un manto con la imagen de Iesus, que su cuerpo dejó
impresa como testimonio de su partida hacia la Vida Eterna. Trajeron
junto con él, otros muchos mantos, pues allí muchos hombres puros
de todo el mundo ganan la Eternidad.
He mandado a guardar
en distintos lugares y a buen cuidado, todos estos testimonios de la
Gloria de Dios que todo hombre debe alcanzar, para que no estén como
los hebreos, arrodillados ante su dios Ieová, que sólo es un dios
causante de nuestros padecimientos y echado fuera del Valala que los
grecos llaman Olimpo.
Me pregunto cómo es
que pueden permanecer con tanto miedo y adoración a la vez, en la
misma posición que obligan a permanecer a sus esclavos cuando están
frente a ellos, y cómo es que pueden estar tan ciegos, siendo que el
Espíritu Santo está tan cerca de ellos como de todos. He mandado
también a predicar a los Kristianos en el Templo de Todos los
Dioses, porque algunos van a implorarles clemencia por sus propias
iniquidades, en vez de seguir el ejemplo del que ahora es Kristo,
para llegar a ser dioses y más que los dioses aún.
No sé cuánto
durará esta Gran Batalla, pero sea cuanto fuere, permaneceré en
ella hasta que la Luz se haga en el alma de todos los hombres.
Porque no hay mayor
ejemplo ni mayor sabiduría que la que nos legó el último dios que
nos ha venido a ayudar a los mortales, ese que se llamó Iesus, que
ahora es un Kristo y mora en la Gloria de la Vida Eterna. L.D.N.
[Lucio Domicio Nerón]
NOTAS:
1) La tercera parte
final fue escrita en viaje, en papiros livios y la fecha Está
ilegible a causa de un sello de cera dura, que ha sido arrancado
parcialmente. s la única parte dañada del documento, pero otras han
sido muy difíciles de Leer. Pueden existir algunos errores menores,
debido a la jerga militar de Nerón.
2) Como puede
comprenderse cuando bebemos de las fuentes auténticas, la
adulteración de la historia romana ha sido tan espantosa como casi
toda la Historia mundial. De ahí las contradicciones tan groseras en
toda la descripción que nos hace la historiografía oficial,
llegando al límite del absurdo en las pantallas de cine y las
novelas, que la gente suele tomar por hechos verídicos.
3) Este no es el
único documento referido a la vida de Jesús, pero es uno de los más
ricos para el análisis psicoantropológico y político, como para
apreciar la adulteración de la historia, ya que nos permite conocer
al hombre más calumniado de la historia antigua, de su puño y
letra, en vez que por el hebreo Flavio Josefo (en realidad su nombre
era Yosef bar Mattityahu) o las bellas obras De Plionio, Suetonio
Tranquilo y Gayo Tácito, que fueron terriblemente adulteradas poco
antes de llegar Constanstino al poder.
(*) Extraído de “La
Biblia III, Testamento de todos los tiempos”
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